jueves, 28 de mayo de 2009

SURFEANDO LAS OLAS



Lo que mas me gusta del kayakismo son las travesias, donde uno se aleja del bullicio de la ciudad para adentrarse en la tranquilidad del Delta y vivir algunos dias en contacto con la naturaleza.
Pero cuando estoy por los alrededores de Tigre la destreza que mas me enloquece es el kayaksurf.
Sobre el rio Sarmiento donde los fin de semanas pasan infinidad de lanchas colectivas, catamaranes y lanchas deportivas aprovecho las olas que generan en popa para colgarme y surfear sin parar. Un poco de adrenalina y vuelvo a casa como nuevo. Aca les dejo dos fotitos que me tomaron desde una lancha a la cual me colgue y me llevo sin remar alrededor de 300 mts. Sin duda una de mis mejores surfeadas.

Remando por el Delta

El fin de semana largo del 25 de mayo, dos colegas kayakistas se vinieron desde Gral. Roca, prov. de Rio Negro a remar por el Delta del Parana. Yo les ofreci de guia e hicimos un circuito de tres dias por las islas. Aca les dejo el relato de los dias vividos.

El pronostico del tiempo había anunciado lluvias para todo el fin de semana largo, pero la única lluvia que vimos fue la lluvia de hojas amarillas, naranjas y coloradas que no paraban de caer. El sol, la agradable temperatura y los invitados que participaron de esta remada por el Delta hicieron que esta travesía sea especial. Renan Urdinez y Liliana García kayakistas de travesía del Gral. Roca, provincia de Rio Negro ni bien se bajaron del micro, se tomaron el tren hasta Tigre y las once de la mañana se encontraron conmigo en la rampa del Club Hispano Argentino.

Luego de hacer compra de provisiones y una vez estibados los kayaks nos lanzamos a la aventura. Cruzamos las aguas del Lujan e ingresamos al canal Gambado donde ya circulaban varios botes de club. Continuamos remando por el Sarmiento el cual bajaba notoriamente debido al viento norte que soplaba pero no era ningun impedimento ya que estos dos buenos remeros están acostumbrados a remontar el caudaloso Rio Negro. Con el formidable sol del mediodía pasamos la zona de campings, la casa de sarmiento hasta que viramos a la izquierda y tomamos el arroyo Espera. Aquí aprovechamos la oportunidad y nos metimos unos metros por otro arroyo llamado Gaviotas, donde Renan y Liliana sacaron sus cámaras fotográficas y no pararon de disparar.

Ya eran como las dos y pico de la tarde cuando paramos a almorzar sobre una pequeño complejos de cabañas. El dueño de este sitio nos recibió muy amablemente y no tuvo inconveniente en dejarnos comer las viandas que habíamos llevado. Un rato de relax al sol y volvimos a subir a los kayaks para seguir paleando algunos kms más por el Espera. Cuando llegamos a la confluencia de este con el arroyo Cruz Colorada hicimos un descansito sobre una calida playa de arena para tomarnos unos mates. Aquí disfrutamos conversando y Renan aprovecho para probar el famoso Franki.

Reanudamos la marcha y a medida que nos alejamos todo se torno más apacible, más silencioso y más pintoresco. Las aguas estaban quietas y solo el andar de los kayaks irrumpía el espejismo que se formaba sobre el río. Recta, curva y contra curva hasta que finalmente el Cruz Colorada nos mostró el Parana de las Palmas. Con una puesta de sol espectacular cruzamos el río y las seis de la tarde arribamos al parador Los Pinos. Allí me esperaban mis dos queridos amigos Esteban y Eloy con los cuales compartimos la cena, contando e intercambiando historias de travesías con los colegas rionegrinos.

Los madrugadores gallos que andaban por el lugar anunciaron que comenzaba un nuevo día y amaneció todo mojado ya que por la noche había caído una leve lluvia. Enseguida el cielo se despejo y todos juntos desayunamos a orillas del río, observando el paso de los enormes buques que navegan por el Paraná. Preparamos los kayaks, nos despedimos de mis amigos y a las diez y media nos pusimos a remar. Bajamos un par de kms por el Parana hasta que ingresamos al arroyo Paicaraby entrando ya en la segunda sección. Remando pausadamente íbamos disfrutando del panorama otoñal, marrones, amarillos claros y oscuros, rojos y verdes de los árboles y arbustos que parecían sacados de un óleo.

Siguiendo el derrotero enganchamos el Estudiantes, cuantos recuerdos me trajo este lindo lugar, hacia como dos años que no pasaba por el. Aquí bajamos sobre un almacén hicimos las compras y aprovechamos para tomarnos unos mates. El día estaba fabuloso y con el sol brillando en el cielo enganchamos por el arroyo Felicarias para doblar luego en el Aguaje del Durazno.

Nuestra idea era salir a los bajos del Temor pero como estaba ventoso nos metimos por el poco conocido arroyo Marquez el cual lleva a una laguna llamada Escondida. Esta laguna es lo más parecido a un estero y en ella se refugian gran cantidad de aves, garzas, patos salvajes, cisnes de cuello negro, bandurrias y otras especies. El sitio es un verdadero laberinto de arroyos y riachos y es de difícil acceso, hace dos años logramos entrar pero ahora intentamos llegar y no pudimos ya que los angostos riachos se han tapado de vegetación. Esto es favorable para que este bello lugar no sea alterado por la mano del hombre. Con el intento fallido reculamos y en un clarito paramos para descansar y almorzar.

Alrededor de la tres de la tarde abandonamos el arroyo Marquez, remontamos el Aguaje del Durazno, viramos a la izquierda para ingresar al arroyo Capitancito y salimos al Paraná de las Palmas. Con un moderado viento que soplaba del este remamos un par de kms hasta alcanzar la boca del agreste arroyo Hambrientos. Arroyo que se destaca por su selva en galería y su tupida vegetación nos llevo hasta el Canal Onda. Con otro crepúsculo donde el sol se hundía entre las nubes arribamos al Fondeadero.

Como no puede ser de otra manera cenamos los exquisitos ñoquis caseros sentados en el viejo comedor de este querido parador. Con la panza llena nos fuimos un rato para el muelle, la noche estaba cerrada con una bruma que no dejaba ver la boya verde que se ve siempre en el Paraná, estaba fresco y con el cansancio que ya pesaba nos fuimos a dormir.

El día de la Patria amaneció seminublado pero lindo, desayunamos tranquilamente y después de estibar los botes emprendimos el regreso. Cruzamos el Canal Onda, navegamos por el arroyo Arroyon, arroyo Dorado, río San Antonio, río Sarmiento, arroyo Abra Vieja, canal Rompani que estaba bajísimo debido al fuerte norte que soplaba y en el ultimo tramo remando por el Gambado parecía que la lluvia se no venia encima pero por suerte las nubes pasaron de largo y al cruzar el Lujan pisamos la rampa del Hispano con el sol asomando tímidamente. Compartimos tres días de aventuras, donde mi querido Delta mostro a Renan y Liliana sus lugares mas bellos.



Lucas Sosa

jueves, 21 de mayo de 2009

Isla Timoteo Dominguez .R.O.U










El fin de semana del 1 de mayo con mi amigo Esteban el Pulpo Trevisan nos fuimos para la Isla Timoteo Dominguez. Alli en medio de ese pequeño paraiso pasamos dos dias. La agradable temperatura y la tranquilidad del lugar hizo que pasemos unos momentos inolvidables. En este pequeño relato dejo plasmado las sensaciones vividas.

Sensaciones

Comienza a atardecer en la isla Timoteo Dominguez y las marrones aguas del Plata se aquietan hasta transformarse en un espejo. El viento por fin dejo de soplar y solo una leve brisa se siente sobre la piel. En el silencio se oye el murmuro de las aves que con tristeza se va apagando, se despiden hasta mañana. El confortable sol va cayendo sobre el horizonte hasta que desaparece y convierte al río y al cielo en una paleta de colores.

Enseguida se empieza a sentir el fresco, la arena tibia se pone fría y el rocío que cae humedece todo. Sin esperar mas y mientras observamos a los biguas que descansan sobre la torrecita de acero, encendemos el fuego. Arde lentamente, pero no tarda en alcanzar la suficiente temperatura para darnos luz y calor. Sobre sus llamas colocamos la quemada pava, para calentar el agua para el mate.

Y sale el primero nomás, bien espumoso y calentito, ese que reconforta el cuerpo y el que da pie para iniciar una conversación entre dos buenos amigos. Mientas tanto el cielo salpicado de nubes color rosa anuncia que el día llega a su fin. El mate sigue de mano en mano y el chisporroteo de las brasas y los ruidos nocturnos es lo único que se escucha. Arriba el firmamento comienza a llenarse de estrellas y luceros, contamos una, dos, tres, hay miles, mejor diría millones. No hay nada más que hacer que observar hacia arriba, para jugar e imaginarse alguna constelación o simplemente mirar y mirar esas estrellas que en la ciudad no se ven.

Por el otro lado aparece la luna, blanca y brillante, y a medida que va ganando altura su haz de luz ilumina al Plata de color plata. Es tal su resplandor que los árboles y nosotros hacemos sombra sobre la playa. Seguimos como encantados mirando el cielo y de repente cae una estrella fugaz, luego otra y mas tarde dos mas, que duran por lo menos varios segundos. Son mágicas y cada uno de nosotros en silencio pide tres deseos.

Vamos echando leña a la fogata para cocinar la cena, esta vez es un nutritivo guiso de lentejas al cual acompañamos con el infaltable vino tinto. Quedamos realmente satisfechos y no hacemos otra cosa que quedar hipnotizados viendo arder el fuego, nos da la sensación de que se vuelve a lo más primitivo de uno mismo.

Así se nos va pasando la noche hasta que el cansancio se hace presente y nos retiramos a dormir. Ya estoy abrigado adentro de mi bolsa de dormir y mientras el viento afuera comenzó a soplar otra vez, yo me voy soñar.

Lucas Sosa