jueves, 21 de mayo de 2009

Isla Timoteo Dominguez .R.O.U










El fin de semana del 1 de mayo con mi amigo Esteban el Pulpo Trevisan nos fuimos para la Isla Timoteo Dominguez. Alli en medio de ese pequeño paraiso pasamos dos dias. La agradable temperatura y la tranquilidad del lugar hizo que pasemos unos momentos inolvidables. En este pequeño relato dejo plasmado las sensaciones vividas.

Sensaciones

Comienza a atardecer en la isla Timoteo Dominguez y las marrones aguas del Plata se aquietan hasta transformarse en un espejo. El viento por fin dejo de soplar y solo una leve brisa se siente sobre la piel. En el silencio se oye el murmuro de las aves que con tristeza se va apagando, se despiden hasta mañana. El confortable sol va cayendo sobre el horizonte hasta que desaparece y convierte al río y al cielo en una paleta de colores.

Enseguida se empieza a sentir el fresco, la arena tibia se pone fría y el rocío que cae humedece todo. Sin esperar mas y mientras observamos a los biguas que descansan sobre la torrecita de acero, encendemos el fuego. Arde lentamente, pero no tarda en alcanzar la suficiente temperatura para darnos luz y calor. Sobre sus llamas colocamos la quemada pava, para calentar el agua para el mate.

Y sale el primero nomás, bien espumoso y calentito, ese que reconforta el cuerpo y el que da pie para iniciar una conversación entre dos buenos amigos. Mientas tanto el cielo salpicado de nubes color rosa anuncia que el día llega a su fin. El mate sigue de mano en mano y el chisporroteo de las brasas y los ruidos nocturnos es lo único que se escucha. Arriba el firmamento comienza a llenarse de estrellas y luceros, contamos una, dos, tres, hay miles, mejor diría millones. No hay nada más que hacer que observar hacia arriba, para jugar e imaginarse alguna constelación o simplemente mirar y mirar esas estrellas que en la ciudad no se ven.

Por el otro lado aparece la luna, blanca y brillante, y a medida que va ganando altura su haz de luz ilumina al Plata de color plata. Es tal su resplandor que los árboles y nosotros hacemos sombra sobre la playa. Seguimos como encantados mirando el cielo y de repente cae una estrella fugaz, luego otra y mas tarde dos mas, que duran por lo menos varios segundos. Son mágicas y cada uno de nosotros en silencio pide tres deseos.

Vamos echando leña a la fogata para cocinar la cena, esta vez es un nutritivo guiso de lentejas al cual acompañamos con el infaltable vino tinto. Quedamos realmente satisfechos y no hacemos otra cosa que quedar hipnotizados viendo arder el fuego, nos da la sensación de que se vuelve a lo más primitivo de uno mismo.

Así se nos va pasando la noche hasta que el cansancio se hace presente y nos retiramos a dormir. Ya estoy abrigado adentro de mi bolsa de dormir y mientras el viento afuera comenzó a soplar otra vez, yo me voy soñar.

Lucas Sosa

2 comentarios:

  1. Si pudiera tener un kayak te pediria por favor de acompañarte en alguno de estos viajes. Me encantaria poder hacerlas. Una excursion tan simple y tan llena de significado. Ojala en algun momento de mi vida pueda hacerlo.
    Te mando un abrazo, muy bueno el relato.

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  2. pregunta!!!!! hay algun problema con estar en la isla, yo me voy en un mes a martin garcia y quiero hacer noche en timoteo. me podria joder prefectura?

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