jueves, 5 de agosto de 2010


Travesía Rosario – Tigre

Ya paso mas de medio año desde que realizamos la travesía con Esteban Pulpo Trevisan y no se si voy a recordar con lujos de detalles lo que vivimos durante el transcurso de los cinco días que nos llevo unir Rosario con Tigre en agosto del 2009. No se por que no lo escribí antes, será por que estaba con fiaca, la cuestión es que pasaron los días y me senté a escribirlo. La excusa para ir hasta Rosario no podía ser mejor, el Pulpo se había comprado un Sherpa doble y la idea era traerlo remando hasta Buenos Aires.

El bote lo estrenamos participando en la Invernal Rosario- Victoria organizada por Pepo Cano, donde en tres días recorrimos el delta entrerriano compartiendo excelentes momentos con los nuevos amigos rosarinos que habíamos conocido. Uno de ellos el Toto Soria nos atendió de maravillas. Ni bien llegamos a Victoria junto a un amigo de él, Jorge Careaga, subimos los kayaks al tráiler, que era remolcado por una vieja Reno 18 Break, y nos fuimos a visitar a un amigo de ellos apodado el Pitu. En la linda casita de Fernando (viejo raidista de la Rosario-Victoria) y Yani su novia, permanecimos una noche debido a un accidente que había ocurrido en el puente que une ambas ciudades. Asado de por medio nos mostraron fotos de antiguos Raides donde vimos mas de 400 kayakistas que participaban de dicho evento durante el verano.
A la mañana siguiente y con el puente descongestionado volvimos a Rosario. En una de las tantas guarderías de la costanera dejamos los kayaks y nos fuimos para la casa del Toto donde nos deleito con un riquísimo guiso de arroz que estaba para chuparse los dedos. Como al día siguiente emprendíamos el regreso hicimos las compras de provisiones en un súper local que se llamaba Azul. Mientras dejábamos las bolsas en el kayak me sonó el celular, era Pepe Suarez que me dijo que vayamos caminando por la costanera y que nos iba a levantar para ir a dar una vuelta. Al rato lo encontramos y nos subimos a su Ford Falcon verde y nos llevo a recorrer la ciudad que ya estaba con todas sus luces encendidas por que era de noche. El primer lugar que recorrimos fue la zona céntrica donde nos encontramos al Beto Soriano y con el que nos quedamos conversando adentro del coche. Lo despedimos y seguimos con nuestro excelente guía turístico que nos llevo hasta el Monumento a la Bandera, La Catedral y el puerto, contándonos la rica historia que tiene esa linda ciudad.
Subimos otra vez al Falcon, compramos pizza y volvimos a lo del Toto Soria donde cenamos todos juntos. Ya era tarde y Pepe se despidió deseándonos suerte en la travesía y lo saludamos dándole las gracias por haber compartido tan lindo momento junto a su compañía. Antes de irnos a dormir vimos el pronóstico que anunciaba sudestada para el día siguiente.


El miércoles nos despertamos temprano, agarramos los bártulos y nos despedimos del Toto muy agradecidos por la buena onda y por habernos bancado en su casa. Gracias Toto!!Cuando salimos afuera y vimos que el cielo estaba encapotado y que estaba soplando nos dimos cuenta de que la mano iba a ser complicada. Desayunamos en la guardería y preparamos el kayak que iba cargado hasta las manos, lo subimos al carro y lo llevamos a la playa de la costanera Florida. La mañana estaba fría y la sensación térmica baja debido al viento que soplaba con todo. Nos colocamos el rompeviento y las ocho dimos comienzo a otra nueva aventura. Ibamos remando tan pegados a la orilla para refugiarnos de Eolo que estaba empecinado en soplar y soplar que mucho del paisaje no pudimos disfrutar. Las playas y el puente quedaron atrás hasta que alcanzamos las barrancas de la ciudad. Los edificios, muelles, viejas construcciones y el monumento a la Bandera se fueron desdibujando en el horizonte a medida que nuestra lenta marcha nos hacia avanzar.

La idea era llegar a San Nicolás donde nos esperaba Fer Cernadas y comernos un rico asado en algún camping de la zona. Continuábamos remando por la margen derecha y decidimos cruzar a la otra orilla para buscar refugio del viento. Lo hicimos cuando llegamos a una zona de silos, que estime debía ser alguna cerealera no muy lejos de la ciudad de Rosario. Dimos paso a un buque y cruzamos el rio, que a comparación del Paraná de las Palmas o el Guazu es realmente ancho. Cuando llegamos al otro lado paramos a descansar. Aquí parecía que el sol iba a salir y que el clima estaba por mejorar pero solo fue por unos instantes por que se volvió a nublar. El paisaje urbano cambio por el de los alisos y los arbustos y por el de los ranchos de pescadores. Estos que sustentan su vida a través de la pesca nos parecieron una gran fuente de contaminación. Alrededor de sus precarios asentamientos la basura estaba por doquier. Bolsas de residuos, heladeras viejas y por sobre todo y lo que da una contaminación visual eran los embases de plástico. Hasta en algunos sitios vimos una cigüeña clavada en un árbol y otra colgada del cuello. Pensamos que estaban así para persuadir a posibles intrusos, que lo hacían por diversión o de que se trataba de alguna especie de ritual. Seguimos remando hasta que el rio y la costa se abrieron hacia la izquierda formando una gran curva que tenia varios kilómetros de distancia.


Sobre nuestro frente se encontraba la parte media del Paraná donde el viento formaba grandes corderos y olas, del otro lado una isla y atrás Arroyo Seco. Si continuábamos viaje por la izquierda íbamos a remar innecesariamente muchos kilómetros así que decidimos cruzar el rio. Descansamos y emprendimos el cruce. Que olas que había, la proa del Sherpa volaba y cuando rompía parecía que se iba a partir con cada golpe que daba. Las olas estaban amenazantes y calcule que andaban en casi dos metros de altura. Me concentre en llevar el kayak rompiendo la marejada y fue una tarea difícil ya que no contábamos con el timón. Creo que si nos llegábamos a poner de popa nos íbamos al agua de una. Por momentos no se si por la adrenalina o que nos empezamos a reír.
Cada golpe que dábamos era una carcajada. Así estuvimos media hora hasta que alcanzamos la isla que teníamos a proa, remamos por su margen derecha y bajamos para realizar la parada de almuerzo, era la una de la tarde. El lugar estaba desierto y no vivía nadie. Estábamos empapados y sacamos la ropa de los tambuchos que por suerte estaba seca y nos cambiamos. El pulpo junto algo de leña y encendimos fuego para calentarnos y cocinar los fideos que teníamos de almuerzo. Fue un verdadero placer poder secarnos y refugiarnos al menos por un rato del viento, que no paraba de soplar. La verdad que veíamos lejana la posibilidad de llegar a San Nicolás, el clima estaba inmejorable y la sudestada parecía que no iba a amainar. La decisión fue continuar y si no llegábamos a la meta propuesta bajaríamos en algún lugar adecuado para pasar la noche. A las tres de la tarde subimos al kayak otra vez.

Cruzamos y remamos por la orilla derecha bien pegados a la costa. Después de pasar Arroyo Seco el paisaje se torno bastante monótono, veíamos campo y algunos caseríos que aparecían cada tantos kilómetros, nos cruzamos con algunos pescadores deportivos que nos miraban con asombro al vernos pasar, como diciendo que hacen estos locos remando con este clima. El viento no paraba mas pero la corriente del rio por momentos nos llevaba a buena velocidad, el GPS marcaba entre ocho y nueve kilómetros por lo que nos volvieron las esperanzas de llegar a San Nicolás. Para entrar a la ciudad teníamos que ingresar por el arroyo Yaguaron y queríamos hacerlo antes de que se haga de noche para poder encontrar su boca sin perdernos o pasarnos de largo.
A las cinco de la tarde ya se había puesto bastante fresco y al estar mojados lo sentíamos más. Llegamos a la entrada de un arroyo por el que ingresamos para ver si se trataba del Yaguaron. Había algunos ranchos pero no veíamos gente así que seguimos remando hasta que dimos con unos pescadores. Les pregunte si era el Yaguaron pero me dijeron que no. No recuerdo el nombre en este momento, pero nos dijeron que si seguíamos por este volvíamos a salir al Paraná mas cerca de San Nicolás. Los saludamos y seguimos viaje mas refugiados del viento lo que fue un verdadero relax. Este lugar nos pareció lindo ya que estábamos rodeados de frondosos arboles, camalotes y algunos ranchitos que pintaban sus márgenes. Cuando salimos nos encontramos otra vez frente al viento que parecía que soplaba más fuerte que antes. Volvimos a tirarnos a la orilla bien pegados a la costa donde en la barrancas se veía lo que era una ciudad cercana a San Nicolás. En ese momento comenzó a caer el sol, que apenas apareció entre las nubes para iluminar todo de naranja, fue realmente algo esplendido que no pude fotografiar por que la cámara se iba a mojar y no la quería perder. Alcanzamos el puerto pasando por debajo de la colosal grúa al lado de la cual nos sentíamos muy diminutos y a lo lejos ya divisábamos las luces de San Nicolás. Inevitablemente se hizo de noche e íbamos atentos y concentrados en la orilla para encontrar la boca del Yaguaron que no teníamos idea de donde se encontraba. Por el Paraná venia navegando un buque y no nos hicimos drama por que estábamos lejos de su alcance. Pero de repente la ola que había generado llego a la orilla y levanto una pared de agua que casi nos hace volcar.

A la altura de una de las boyas rojas del canal de navegación, en medio de la oscuridad y con un frio que ya se hacia sentir hallamos la entrada de un arroyo. Ingresamos por este esperando que sea el Yaguaron. Mucho no se veía y solo divisábamos las luces de la ciudad que parecían lejanas. En medio de la boca de lobo vimos un bote que cruzaba y enseguida le preguntamos si este arroyo era el Yaguaron y para alegría de nosotros el pescador nos confirmo que estábamos en lo correcto. Muy amablemente nos ofreció a que bajemos para tomarnos unos mates pero le agradecimos y seguimos remando. Mi celular que andaba bastante mal no paraba de sonar. Cuando logre atenderlo era Fer Cernadas que nos preguntaba donde estábamos y que nos decía que como seguramente estaríamos con frio y cansados cuando lleguemos nos llevaría directamente a su casa. Nos estaba esperando en la costanera. De repente el arroyo pego una gran curva cerrada que volvía para atrás y por momentos pensamos que nos estábamos alejando. Solo era una gran S que formo el arroyo y cuando salimos de la curva alcanzamos la costanera que tanto estábamos esperando. Lo vimos a Fer que nos estaba esperando, eran las ocho de la noche y estábamos con frio y realmente agotados por haber estado todo el día remando. Alegremente saludamos a Fer que estaba con la chata para llevarnos. Cuando me baje y al dejar de estar en movimiento comencé a tener más frio que antes. La idea de nuestro amigo era la de cargar el kayak en el techo, pero como pesaba muchísimo para subirlo sacamos los bártulos que precisábamos y llevamos el kayak remando hasta la prefectura y lo dejamos debajo de un muelle. Que gratificante fue cuando llegamos al departamento de Fer y Nadia donde nos atendieron de lujo. Nos acomodaron adentro de una cálida habitación y lo primero que hicimos fue pegarnos un baño caliente. Una vez recuperados y mientras se preparaba el asadito le contamos a los chicos las aventuras que habíamos vivido durante el transcurso del día. Luego llego el primo de Fer con su novia, comimos una picadita y mas tarde cenamos compartiendo una linda velada. Muertos de sueño y cansancio los ojos se nos cerraban solos y nos retiramos a descansar.
Dormimos como bebes pero los que no pegaron un ojo por la serenata de ronquidos que ofrecimos durante la noche fueron Fer y Nadia jeje (perdón chicos). Ese jueves amaneció totalmente despejado y con un sol radiante pero bastante fresco. Fer nos cebo unos mates que acompañamos con medialunas y luego de alcanzar a Nadia a su trabajo nos llevo hasta la Prefectura. Hicimos las compras de provisiones y cargamos el kayak para seguir viaje. Muy agradecidos por la hospitalidad que nos había ofrecido Fer, nos despedimos del el. Gracias Fer y Nadia!!. Era el mediodía cuando arrancamos remando por el arroyo Yaguaron donde en sus márgenes se levanta la pintoresca ciudad. La basílica y los edificios quedaron atrás y a medida que avanzábamos las barrancas fueron ganando terreno. Altas dejaban ver en sus paredes tuberías y antiguos vestigios de la ciudad. Salimos nuevamente al Paraná y pasamos una zona de campings hasta que alcanzamos el puerto de la gigantesca fabrica SIDERSA ex SOMISA. En este había varios buques amarrados y uno de ellos llamado Centurión estaba en plena operación. Nos colocamos pegados al casco y tomamos algunas fotografías. Su enorme tamaño nos hizo sentir como un escarbadiente.






SIDERSA nos pareció impresionante ya que cuando pasamos por al lado no paramos de asombrarnos por el tamaño de sus superestructuras. Esta ocupo varios kilómetros hasta que la dejamos para luego pasar por al lado de un altísima montaña de carbón que creímos era parte del material que se utiliza en dicha fabrica. Apareció nuevamente la costa arbolada hasta que llegamos a unos bollones amarillos enormes y a una zona donde se encontraban amarradas en fila india mas de una docena de chatas, que nos pareció que en este sitio esperaban su turno para ser cargadas en la colosal fábrica. Un par de kilómetros atrás de estas chatas paramos a almorzar. Permanecimos alrededor de hora y media dos y nos volvimos a subir al kayak. Como habíamos salido tarde de San Nicolás y estábamos un tanto cansados le pregunte al Pulpo si le parecía bien remar hasta las cinco de la tarde y hacer noche en algún lugar deshabitado, ni lo dudo y me dijo que si. El Paraná nos fue llevando a buena velocidad y fuimos disfrutando del lindo entorno que nos rodeaba. Por momentos el canal de navegación con sus boyas desaparecía por detrás de las islas y volvían a aparecer por el otro lado.
Después de pasar Ramallo encontramos una isla pero parecía habitada así que cruzamos el rio y bajamos en un paraje desolado de la margen derecha del rio. La tarde estaba hermosa y cálida pero el lugar con mucha suciedad dejada por los pescadores, una verdadera pena. Buscamos la parte mas limpia, armamos la carpa y encendimos fuego para calentar la pava. El atardecer llego repleto de tranquilidad, el viento amaino y el sol se puso sobre un horizonte despejado de nubes. Se hizo de noche y estaba frio lo que hizo que permaneciéramos al lado del fuego para mantener el calor. Cada dos por tres aparecían chanchos salvajes de lo que nos teníamos que cuidad de no tirar desperdicios. En nuestra rica dieta volvimos a cocinar fideos con salsa y después de cenar como mucho mas no teníamos que hacer nos metimos a la carpa para dormir.
Esa noche la pase muy mal. Una fuerte descompostura me hizo salir de la carpa varias veces y casi no pude dormir. La ultima salida fue a las cinco y media de la mañana y a las seis habíamos puesto el despertador. Me desperté con dolor de cabeza y con cansancio físico. El Pulpo también durmió poco ya que le interrumpí el sueño toda la noche. Sinceramente no tenia ganas de remar pero después de desayunar recobre algo de energías. Un gran manto de niebla cubría el Paraná y de la nada y como un fantasma silencioso apareció un buque. Paso lentamente sin hacer una sola ola hasta que volvió a desaparecer detrás de la niebla. El sol fue apareciendo para disipar el manto neblinoso y a las ocho de la mañana iniciamos con la jornada.





El día estaba precioso y a pesar de estar con pocas horas de sueño disfrutamos mucho de esta zona del Paraná. El paisaje lo dominaban el monte y algún que otro ranchito que aparecía en las orillas y lo mejor que no se levantaba ninguna fabrica que contamine la visión. Cada tanto pasaba algún buque remontando lentamente el gran rio. A media mañana divisamos lo que era una gran barranca en una parte donde el rio formaba una curva de noventa grados.
Le preguntamos a un pescador que andaba con su lancha si era Vuelta de Obligado, nos confirmo que estábamos en lo correcto y decidimos bajar para descansar y conocer el lugar. En este sitio se levanta el Monumento a la batalla de la Vuelta de Obligado donde las tropas argentinas lideradas por el Gral. Lucio Mansilla bloquearon el Paraná con cadenas para hacer retroceder a la flota anglo-francesa que pretendía remontar las aguas jurisdiccionales argentinas. Hay una cruz, algunos cañones, un ancla y muchas placas recordatorias sobre esta batalla que se libro en las aguas del Paraná. Desde una alta barranca teníamos una vista privilegiada y sacamos unas lindas fotografías. Luego de la visita continuamos viaje. Como en esta curva se forman correderas de aguas agarramos buena velocidad y remamos casi sin esfuerzo. Así alcanzamos el arroyo San Pedro donde nos despedimos de las aguas del Paraná. En sus orillas pintorescas veíamos las barrancas con casas muy bonitas y arboledas hasta que fueron bajando su altura y dieron paso a barrios mas humildes y algunos campings.





A la una de la tarde entramos al Yatch Club de San Pedro. Pedimos la autorización correspondiente para no tener problemas y nos sentamos a almorzar en el exclusivo restaurant. De pasar una noche en un lugar agreste pasándola mal estábamos almorzando en una mesa con mantel, copas de vidrio y buen plato de comida. Cuando terminamos salimos del restaurant y nos tiramos a dormir la siesta. Nos costo mucho despertarnos y las ganas de remar eran pocas, pero juntamos fuerza y volvimos a subir al Sherpa doble. Remamos el último tramo del arroyo San Pedro y doblamos a la derecha para ingresar al rio Baradero. En su primera parte se divisa una pastera con sus altas chimeneas despidiendo humo y alejada de ella una enorme montaña de madera triturada que pasa por una larga cinta para ser transportada al interior de la fábrica. En la orilla estaban las bombas que extraen el agua que se utiliza para la fabricación de la pasta celulosa. Estas fábricas son una alta fuente de contaminación para nuestros cauces de agua.El rio Baradero esta rodeado de campo, con algunos desvencijados ranchos y casi despoblado de arboles en su principio.

Por la tarde el cielo se fue nublando y el viento que soplaba libremente nos daba frio. La remada se torno monótona y solo se escuchaban el sonido de los remos entrando y saliendo del agua y el viento que venia del sur. De a ratos charlábamos y de a ratos cada uno quedaba inmerso en sus pensamientos. Con corriente a favor nos fuimos acercando y aparecieron arboledas y casas. Como ya estábamos por llegar le dije al Pulpo que se fije en la bolsa estanca si estaba el celular para fijarme la hora y me contesta que no esta. Entonces le digo si no esta en el pantalón me lo olvide en San Pedro. Arribamos a Baradero con las últimas luces, muy cansados y con frio. Lo primero que hice fue revisar el pantalón, el celular efectivamente había quedado en San Pedro.
Nos instalamos en el Club de Regatas Baradero. Ni bien me baje del kayak fui a la secretaria donde pedí permiso para quedarnos a dormir y muy amablemente me prestaron el teléfono. No tarde mucho en comunicarme con el Yatch de San Pedro para pedirles que me busquen el teléfono.


Veinte minutos después me vuelvo a comunicar y me confirmaron que lo habían encontrado. Como no podía estar incomunicado no nos quedo otro remedio que tomarnos un remis para ir a buscarlo. El paseo entre ida y vuelta duro una hora y media y cuando volvimos a Baradero compramos algunos alimentos en el almacén y nos fuimos directamente a dormir por que estábamos filtrados. El sábado fue la jornada mas larga de la travesía, recorrimos en total 100 kms hasta Escobar. Como de rutina nos despertamos temprano, desayunamos y a las ocho de la mañana comenzamos a remar. Con corriente a favor bajamos a buen ritmo por el rio Baradero que nos mostro barrancas, campo, ranchos y un castillo que nos contaron que pertenecía a religiosos. Las barrancas quedaron atrás para dar paso al paisaje deltico donde aparecieron los juncos, los sauces, álamos y ceibos. Al mediodía salimos a un angosto y curvoso Paraná de las Palmas donde observamos como un buque realizo una lenta maniobra para doblar en una de sus cerradas curvas. Luego de la Central Atómica de Atucha quisimos bajar a almorzar en una guardería de veleros pero nos negaron la entrada así que cruzamos el rio y bajamos en un sitio que estaban desmontando, eran las dos de la tarde. El Pulpo encendió fuego y cocino arroz con queso que comimos con ganas. Seguimos remando y adelante sobre una orilla del rio vimos tres buques de la Armada que parecía que estaban en un ejercicio, pero cuando pasamos por al lado vimos que el mas grande estaba varado y los otros dos estaban intentando sacarlo de su varadura.
Metiendo pala y pala pasamos Zarate y Campana. Faltaban varios kms para llegar a Escobar cuando el sol se escondió y se hizo de noche. Teníamos alrededor de ocho horitas de remo encima y el cansancio ya se sentía en los hombros y el cuerpo. Ya queríamos llegar. A las ocho y media de la noche bajamos en el Club de Remo y Náutica Belén de Escobar. Nos recibió Roberto Vilmaux y otro muchacho que no recuerdo el nombre en este momento


Lo primero que hicimos fue pegarnos una ducha caliente que nos renovó.Nos acomodábamos y me llamo Ale Carranza para avisarme que se venia hasta Escobar para cenar con nosotros. La cena la íbamos a compartir con Pablo Guzmán pero por razones personales no pudo venir. Cuando ya teníamos encendido el fuego llego Alejandro que muy gentilmente se trajo queso y papas fritas para la picada, vino y unas presas de pollo que cocine a la parrilla y salieron deliciosas. Compartimos una linda velada charlando entre amigos. El domingo dormimos como hasta las diez de la mañana. Mientras levantábamos campamento fueron cayendo los socios del club que salían a remar. Con el bote listo nos pusimos a palear. El día estaba precioso. Bajamos el Paraná de las Palmas y por el rio Capitán donde ya nos sentimos como en casa. Paramos almorzar en Pehuén y como siempre María y Horacio nos atendieron bárbaro. El último tramo lo hicimos por el Rama Negra, arroyo Gaviotas, arroyo Espera, rio Sarmiento y canal Gambado. Finalmente cruzamos el rio Lujan y arribamos a Tigre a las cuatro de la tarde.
Fue una agotadora pero muy linda travesía invernal, remando por nuevos lugares y disfrutando de la naturaleza que nos brindo ese gran rio llamado Paraná.


Lucas Sosa

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