











Con motivo del encuentro anual de kayakistas y aprovechando que con Luis García y Pablo Martino mis dos amigos y compañeros de aventuras no conocíamos la isla, decidimos realizar la travesía a Martín García. Como era la primera vez que salíamos juntos y la primera vez que íbamos hacia la isla nos juntamos dos días antes para analizar los posibles derroteros para llegar y ver el equipo que cada uno llevaría.
Llego el miércoles tan esperado, el día estaba con un sol radiante y con una temperatura mas que agradable, nos juntamos en el Club Hispano temprano por la mañana y tranquilamente empezamos a estibar nuestros queridos kayaks, la flota estaba compuesta por un travesía Turing de Asiak y dos Cruz Diablo de Weir. Mientras terminábamos de guardar los últimos bártulos nos encontramos con Héctor Alonso y sus amigos que también estaban en plenos preparativos de viaje. Ya estábamos listos y llevamos las embarcaciones hasta la rampa del club, nos despedimos de Blanquita (India del río) y el resto del grupo que allí se encontraba y a las once y media comenzamos a navegar.
Cruzamos las aguas del río Lujan e ingresamos en el tranquilo canal Gambado, luego atravesamos el Sarmiento entrando al Canal Rompani hasta llegar al arroyo Abra Vieja, subimos por este hasta retomar el río Sarmiento e internarnos en el arroyo Espera.
Continuamos viaje por el arroyo Toro, después por el arroyo Torito y otra vez el Toro hasta que tomamos por el exuberante y pintoresco arroyo Cruz Colorada, aquí sobre una pequeña playa hicimos la primer parada de descanso donde almorzamos y estiramos las piernas, en este lugar gozamos de una increíble y absoluta tranquilidad ya que lo único que se escuchaba eran los árboles que se mecían por el viento y el sonido de los pájaros, la circunstancia del momento invitaba a quedarse allí. El derrotero de ida que hicimos en esta travesía no es el tradicional para llegar a Martín García y elegimos ir por una ruta diferente ya que estábamos con ganas de remar y teníamos tiempo de sobra.
Seguimos viaje hasta que desembocamos en el majestuoso Paraná de las Palmas, allí nos pusimos a juguetear con las contraolas que se formaban detrás de una de las boyas del canal de navegación, tiramos algunas fotografías y cruzamos el ancho río. Entramos en el arroyo Paicaraby y minutos después viramos a estribor tomando por el arroyo Durazno el cual nos llevaría al Aguaje del Durazno. Antes de salir a los Bajos del Temor sobre la margen izquierda entramos al arroyo Chana, remamos por este sin ningún tipo de problemas salvo por los mosquitos que con sus molestas picaduras irrumpían el ritmo de la palada. Lentamente fue cayendo la noche acompañada de un cielo estrellado, sonidos nocturnos y una brillante luna llena que con su potente luz nos iluminaba el camino.
Así desembocamos en el río Paraná Mini, remontamos este unos cien metros hasta que arribamos al Club Motonautico a las ocho de la noche. Aquí armamos las carpas, nos acomodamos rápidamente y luego de un renovador baño fuimos a cenar deleitándonos con dos exquisitas pizzas caseras. Satisfechos con la abundante cena y cansados por las ocho horas de remo del día nos fuimos a dormir.
El jueves santo amaneció esplendido sobre el Mini, un poco fresco pero de a poquito el sol fue poniendo agradable la mañana, nos despertamos temprano y desayunamos a orillas del río, luego se acercaron dos rosarinos que también iban al encuentro, con ellos compartimos mates y charlamos sobre la ruta que cada grupo tomaría hacia la isla.
Tranquilamente levantamos campamento y las diez de la mañana comenzamos a remar, bajamos con corriente a favor por el Paraná Mini observando las grandes arboledas de álamos que con sus colores amarillos anuncian la entrada del otoño, todo un espectáculo para la vista. Antes de llegar a la desembocadura viramos a babor entrando en una zona de bancos e islas en formación y remamos por aquí hasta que salimos al Rio de
En el río pudimos observar vísceras y una vaca muerta que venían a la deriva, probablemente bajando desde el norte entrerriano, el cual fue afectado por inundaciones y por la gran crecida del Paraná, provocando la muerte del ganado que queda a merced de las aguas.
Alcanzamos la isla y bordeamos esta por su orilla hasta que tomamos el canal Lancha Petrel aquí si que la corriente era muy fuerte, observando la costa parecía que no avanzábamos. En este sitio dimos con un numeroso grupo de kayakistas provenientes de Escobar los cuales venían al encuentro. Cuando salimos del correntoso canal pudimos divisar
Le recomiendo a los que lleguen por primera vez a la isla que busquen el tractor para llevar los kayaks al camping ya que se encuentra bastante alejado de la costa.
Luego de que la gente de prefectura nos tomara los datos personales y de que nos enumerara los botes sacamos toda la carga de los tambuchos y nos fuimos hasta el camping, aquí buscamos un lugarcito y armamos las carpas, terminamos de acomodarnos y nos tomamos unos buenos mates. Cuando entro la noche preparamos la cena, arroz primavera y fideos con salsa acompañados con cerveza, después de comer descorchamos dos vinitos, brindamos por haber llegado a destino con éxito, charlamos de la vida y nos fuimos a dormir.
El viernes nos despertamos a las nueve y después del suculento desayuno nos propusimos recorrer los alrededores del lugar. Para conocer un poco, la isla Martín García fue descubierta por Don Juan Díaz de Solís, el cual enterró en la isla al despensero de su nave de nombre Martín García. Es un sitio estratégico para custodiar el Rio de
Descubrimos lugares muy interesantes, como la antigua cantera de donde se sacaron las rocas para empedrar
Continuamos con el paseo y encontramos el viejo faro, la planta purificadora de agua, la usina eléctrica, la cual deja de funcionar desde las doce de la noche hasta la seis de la mañana dejando a la isla en penumbras.
Llegamos hasta el antiguo y misterioso cementerio en donde los mosquitos se hicieron un festín con nosotros, algunas de sus tumbas tienen las cruces inclinadas y según una versión marcan el lugar donde fueron enterradas las victimas de la fiebre amarilla., también pudimos observar huesos dentro de unas de las urnas.
Otro sitio interesante que recorrimos fue el Parque a los Héroes comunes de ambos pueblos, el cual se caracteriza por su hermosas arboledas, aquí se encuentra el Monumento a los Héroes Comunes de
Se hicieron las tres de la tarde y fuimos hasta el barrio chino, este se destaca por sus viejas casas abandonadas las cuales están devoradas por la vegetación y el paso del tiempo, continuando por la calle de este salimos a la zona del puerto viejo y subimos al mirador donde teníamos una vista privilegiada del Rio de
Otros sitios interesantes para visitar son el museo histórico, la casa de Medicos del Lazareto, en esta misma se alojo el poeta Rubén Darío en su visita a la isla, la vieja panadería donde hacen los famosos pan dulce de Martín García, la plaza Almirante Brown, la escuela, la parroquia y las baterías 25 de mayo mandadas a construir por Domingo Sarmiento para defender la isla.
A las siete de la tarde fue el encuentro de kayakistas en el teatro, donde se hicieron los agradecimientos a la gente de Prefectura, a los del camping y a los auspiciantes del evento, hubo sorteos de accesorios y entregaron la remera de la travesía. Esa noche finalizamos cenando en el comedor Solís.
El sábado nos despertamos a las seis y media de la mañana, desarmamos las carpas, juntamos todo el equipo y después de desayunar llevamos nuestras pertenencias arriba del tractor (esta vez sin esfuerzos jaja) hasta la entrada al muelle, fuimos a buscar los kayaks los estibamos y a las diez de la mañana nos despedimos de
Satisfechos por el almuerzo partimos de aquí a las cinco de la tarde, estábamos a mitad de camino y solo nos faltaban tres horas para arribar al club. Bajamos por el río Urion, el canal Vinculación y al tomar al arroyo Gutiérrez se nos hizo de noche, remamos un tramito del Abra Vieja hasta salir al río Lujan con corriente en contra y llegamos a Tigre a las ocho de la noche.
Compartimos otra exitosa travesía en una isla mágica y misteriosa distinta a las demás, llena de naturaleza e incontables historias que invitan a visitarla otra vez. Un abrazo y hasta la próxima aventura.
Lucas Sosa
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