miércoles, 25 de marzo de 2009

PRIMER TRAVESIA LARGA
























































Travesia Tigre - Nueva Palmira (R.O.U)


Junto a Juan y Esteban mis dos amigos y compañeros de travesía elegimos como destino y lugar de vacaciones el vecino pueblo uruguayo de Nueva Palmira. Partimos del Club Hispano el día 2 de febrero de 2007 a las diez de la mañana, llevamos los kayaks hasta la rampa y una vez listos comenzamos a navegar las aguas del Rio Lujan, metros mas adelante nos desviamos por un pequeño canal que desemboca en el Abra Vieja, luego tomamos el arroyo Gutierrez hasta que salimos al Canal Vinculación y aquí comenzamos a remar de verdad.
El día estaba esplendido con mucho sol y fuerte viento norte que sumado a la corriente en contra no nos favorecía para nada. Continuamos remando por el Rio Urion y el Canal Honda hasta llegar al Fondeadero, aquí hicimos una pequeña parada para descansar, almorzar y darnos un buen chapuzón para aliviar los 30 grados que veníamos soportando.
Seguimos viaje hasta cruzar el Paraná de las Palmas e ingresamos al Canal del Sueco entrada de los Bajos del Temor, cruzamos estos caminando para no remar toda la ruta de los palos (camino obligado de las embarcaciones para evitar varamientos), y ahorrarnos unos kilómetros de remada. Así llegamos hasta el arroyo Chana el cual navegamos todo su cauce con corriente en contra, en cuanto parábamos y buscábamos sombra para descansar salían de entre los árboles miles de mosquitos que nos obligaban a continuar remando para escapar de sus molestas picaduras. Cansados y agobiados por el calor llegamos al Rio Paraná Mini a las siete de la tarde e hicimos campamento en el Club Motonáutico. En este sitio decidimos pasar el segundo día de travesía para descansar, dedicándonos a la pesca y a otras actividades, probando suerte con el pique obtuve una boga de muy buen porte que por supuesto termino en la parrilla junto a unos patys que se estaban cocinando.
El domingo nos levantamos temprano, entre mate y mate hablábamos sobre la ruta que tomaríamos para llegar hasta el Paraná Guazú, estibamos los botes y antes de zarpar hicimos una pequeña compra de provisiones. Cruzamos el Mini e ingresamos al Arroyo Tuyuparé hasta desviarnos por el Canal N° 3, este nos llevo al arroyo Largo y navegamos por el unos varios kilómetros disfrutando de su frondosa vegetación, entre charla y remada llegamos al Rio Barca Grande, aquí paramos unos minutos para observar su imponente paisaje y disfrutar de la paz que lo rodea, sus características son similares a las del Paraná Mini pero es un poco mas ancho y caudaloso.
Cruzamos el Barca Grande y tomamos el Arroyo Laguna de la Barca, aquí pudimos observar un cartel indicando que nos encontrábamos a diez km. del Camping El Sol, estábamos muy cerca del Paraná Guazú.



Buscamos un lugar para bajar y almorzar, para esto elegimos un pequeño rancho abandonado que había en este paraje tan lejano y solitario del delta. Ingresamos en el y en uno de sus cuartos Juan cocino un exquisito arroz condimentado el cual acompañamos con vino tinto, hicimos sobre mesa y charlamos sobre lo bien que lo estábamos pasando, a todo esto eran las tres de la tarde y continuamos con la remada, el cielo estaba cubierto y anunciaba que en poco tiempo tendríamos tormenta.
Entre unas pequeñas gotas de lluvia que estaban cayendo desembocamos en el Rio Paraná Guazú, teníamos en frente la costa entrerriana y solo nos faltaban 30 km para nuestro destino final. Descendimos en el camping-hostería Don Mario, ubicado sobre el Arroyo Naranjo, el cual cuenta con una provista almacén, parrillas, quincho y lo mejor de todo es que tenia habitaciones, con Esteban no dudamos ni un instante en optar por los dormis y poder descansar en una confortable cama, en cambio Juan con su espíritu de joven mochilero armo su pequeña carpa debajo del sendero de altos álamos que allí había.
Mientras nos acomodábamos el cielo empezó a oscurecerse más y más hasta que en instantes se levanto un fuerte viento acompañado de lluvia torrencial y una corta caída de granizo que por suerte no era de gran tamaño. Juan aguanto el aguacero dentro de la carpa mientras Esteban y yo, un poco tentado por la situación, mirábamos desde el quincho, como el viento y la lluvia sacudían la carpita de nuestro amigo.
Esa noche disfrutamos de unos deliciosos bifes a la parrilla y papas al natural que cocino Juan, quedamos muy satisfechos y cansados por el día vivido nos fuimos a dormir.
Cuarto día de travesía, nos despertamos renovadísimos luego de apolillar como duques en las cómodas camas de la habitación, amaneció con mal tiempo dándonos la pauta de que tendríamos que esperar allí hasta que este mejore, aprovechamos el rato e hicimos un buen desayuno y con el correr de la mañana fuimos preparando tranquilamente los kayaks. Desde el quincho veíamos como llovía, por momentos se largaba con todo y la idea de que ese día llegaríamos a Palmira se hacia mas lejana.
Después del abundante almuerzo y de una compra de provisiones, las condiciones metereólogicas mejoraron y a las tres y media de la tarde pusimos rumbo hacia nuestro destino. Bajamos diez km. por el Paraná Guazú hasta el destacamento flotante Guazú Guazucito de la PNA, aquí hicimos el ROL (tramite de despacho para salir del país) y consultamos al oficial de guardia por que lugar nos convendría cruzar, este nos explico por donde debíamos navegar y a las 16:30 emprendimos el cruce.

Atravesamos primero la desembocadura del Guazú observando hacia la derecha la costa del vecino pueblo de Carmelo distante a diez kms. cruzando aguas del Rio de la Plata. Continuamos con la remada e ingresamos al Canal Buenos Aires navegando con viento de popa y un cielo con grandes nubes que por sus agujeros dejaban pasar los rayos del sol. Por estribor dejamos la Isla Juncal celebre por sus historias de contrabandistas y piratería, también aquí tuvo lugar en el año 1827 la Batalla Juncal donde el Almirante Brown hundió una docena de barcos portugueses. El último acontecimiento ocurrido en la costa de esta misteriosa isla fue el naufragio en el año 1957 del lujoso crucero Ciudad de Buenos Aires, tras colisionar con el carguero Mormacsurf, dejando un saldo de 74 victimas. Seguimos remando por el canal, luego de pasar la Juncal dejamos la Isla Juncalito y después de tres horas de navegación tocamos la playa de Punta Gorda desbordando los tres de una inmensa alegría. Aquí nos recibieron dos pescadores uruguayos que vivían en unos humildes ranchos, le comentamos de donde veníamos y le preguntamos cuanto nos faltaba para llegar al puerto, nos dijeron que estábamos a solo 3 kms.
Seguimos remando por la costa observando el monolito del Km 0 del Rio de la Plata en Punta Gorda y los altos acantilados de piedra que aquí se forman, luego pasamos por el puerto e ingresamos por las escolleras de piedras hasta que finalmente atracamos a las nueve de la noche en la marina de Nueva Palmira. Inmediatamente nos presentamos en la PNU para dar aviso de que habíamos llegado, armamos las carpas y nos fuimos a cenar.
Nueva Palmira es un pequeño pueblo, de casas bajas y extensas playas de arena, su actividad principal es el puerto, donde grandes buques de ultramar atracan para ser cargados de cereales. Otra actividad es el turismo siendo mayoría argentinos que llegan aquí con sus embarcaciones para disfrutar de la tranquilidad, la gente es muy amable y nos atendieron muy bien. Ese martes alquilamos bicis y llegamos hasta una de sus playas llamada Brisas, aquí nos zambullimos en las limpias aguas del Rio Uruguay disfrutando del paisaje que nos rodeaba. Después del refrescante baño seguimos pedaleando y recorrimos la pequeña costanera, antes de seguir con el recorrido almorzamos y mas tarde fuimos hasta el mirador de Punta Gorda donde pudimos apreciar la costa entrerriana y todo el recorrido que habíamos remado para llegar hasta aquí. A la noche cenamos en la pizzería local saboreando unas buenas pizzas y de dos heladas cervezas Pilsen.
El miércoles por la mañana decidimos ir a Carmelo pero la prefectura uruguaya no nos autorizo ya que ellos no despachan kayakistas de puerto a puerto, dijeron que podíamos cruzar hasta el puesto de la PNA Delta Foxtrot sobre el Paraná Bravo, pero al llamar a este lugar les informaron que no hacían tramites de despacho y finalmente nos terminaron despachando al puesto de Guazú Guazucito.
Antes de emprender el regreso fuimos almorzar al club de remeros donde el amigo Walterarter nos atendió de maravilla y nos hizo unas riquísimas milanesas con ensalada.
Ya teníamos los kayaks estibados y a las cuatro de la tarde comenzamos a navegar, cruzamos los 20 km. hasta Guazú Guazucito en dos horas y sin ningún tipo de inconvenientes, con la gentileza de los oficiales de la PNA esa noche nos quedamos allí.
Al día siguiente solo remamos 10 km. agotadores bajo un fuerte sol y correntada en contra hasta llegar al camping Don Mario donde permanecimos todo el día e hicimos un tremendo almuerzo ya que la noche anterior solo habíamos comido un plato de arroz y nada más, también aproveche para dormir la siesta y descansar.
El viernes ya cumplíamos la semana de travesía y por suerte todo venia saliendo bien, nos despedimos de Doña Pocha dueña del lugar y a las diez de la mañana comenzamos a remontar el Guazú hasta el arroyo Laguna del Guazú , las aguas de este brazo cambiaban de color marrón a negruzco debido que al no tener corriente los sedimentos se depositan en el fondo, contaba con muy pocas casas y una exuberante vegetación afloraba de sus orillas, sin dudas uno de los arroyos mas lindo que navegamos.
Así desembocamos al Rio Barca Grande, en un principio la idea era cruzarlo para ingresar al Arroyo Correntino pero a los pocos isleños que le preguntamos como se encontraba este para navegarlo nos dijeron que se hallaba tapado por los camalotes. No nos quedo otro remedio que remontar el Barca hasta que salimos otra vez al Paraná Guazú y mas tarde bajar por las aguas del Paraná Mini.
Llevábamos cinco horas de remada y el cansancio se empezaba a sentir, buscábamos un sitio donde pasar la noche y encontramos el parador Aulisino, recreo exclusivo del delta, pero de inexistente humildad y bondad ya que por ser nosotros tres barbudos y desalineados kayakistas el encargado de aquí no nos dejo armar campamento y nos fuimos con una malísima impresión prometiendo no bajar mas en este lugar.
Tuvimos que continuar remando hasta que dimos con el camping el Rey ubicado sobre las márgenes del Canal Gobernador de la Serna, aquí armamos las carpas junto a unos amigos que nos acompañaron con sus picadas durante toda la travesía, cenamos dos pizzas riquísimas y jugamos al sapo un buen rato, aqui pudimos dormir muy bien ya que el silencio de la noche solo era interrumpido por el ruido de los motores de las chatas areneras que por el canal navegaban.
El sábado amaneció esplendido, desayunamos y a las once de la mañana comenzamos a navegar por el arroyo Paycarabi, en una de sus orillas había un aserradero y se observaban altísimas pilas de álamos ya transformados en madera, continuamos remando y comentábamos sobre la belleza del paisaje que nos rodeaba.
Dos horas más tarde salíamos al canal Estudiantes donde bajamos en el almacén de Don Pedro y compramos provisiones. Seguimos viaje y tomamos el arroyo Felicaria arribando al Centro Cultural San Fernando a las cinco de la tarde. Aquí nos encontramos con Nicolás , ingeniero agrónomo y encargado del camping, el cual nos dejo permanecer aquí sin ningún problema.
El domingo el grupo se separo por un par de horas, Juan decidió disfrutar del día en soledad y Esteban y yo aprovechamos para ir a conocer la Laguna Escondida la cual se encontraba muy cerca de aquí y en ocasiones anteriores no habíamos tenido tiempo para llegar a ella. Bajamos por el Felicaria hasta el Canal Estudiante, después tomamos por el Aguaje del Durazno y antes de salir a los Bajos del Temor viramos a estribor buscando la entrada del correntoso arroyo Márquez. En este lejano paraje el paisaje comenzó a cambiar de fisonomía y a medida que avanzábamos lo que era zona de árboles y arbustos se transformo en sitio de bajíos y camalotes, el arroyo se empezó a bifurcar en muchos riachos llevándonos ellos a la escondida laguna, este lugar es como una gran olla de agua donde habitan diversas especial de aves y mamíferos acuáticos. Contentos por haber conocido este espejo de agua emprendimos la vuelta hacia el campamento donde Juan nos estaba esperando, luego de un renovador baño cenamos una exquisita picada acompañada de dos cervezas heladas disfrutando así de la ultima noche de aventuras.
Llego el día de regresar, desayunamos, nos despedimos de Nicolás y a las diez de la mañana comenzamos a remar por el Felicaria, seguimos por el Aguaje del Durazno y después por el Capitancito hasta cruzar el Paraná de las Palmas ingresando al río Capitán.
A las catorce horas arribamos al parador El Toro donde en el almuerzo recordamos los momentos vividos y los lugares que habíamos conocido, luego levantamos las copas y brindamos por el éxito de la travesía. Los últimos kms. los recorrimos por el río Capitán, el río Sarmiento y el canal Gambado finalizando a las cinco de la tarde en la rampa del club Hispano. Fue una experiencia inolvidable que viví junto a mis dos amigos, compartiendo amistad, camaradería y excelentes momentos junto al inigualable Delta del Paraná.


Lucas Sosa

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