viernes, 27 de marzo de 2009

SE VINO LA MAR Y LOS REBOLCONES EN LAS ROMPIENTES









Remando en el mar.

Después de regresar de la travesía de Nueva Palmira, no esperamos ni un instante y al otro día por la tarde cargamos los kayaks en el auto y nos fuimos para la costa atlántica precisamente a Valeria del Mar donde Esteban tiene una pequeña casa de veraneo.
Llegamos a las once de la noche y allí nos esperaban Norberto e Isabel los padres de mi amigo, con una riquísima pizza con cerveza.
Al otro día por la tarde seria nuestro debut entrando al mar, mientras íbamos en el auto hasta la playa nos comía la ansiedad y también un poco los nervios por saber como nos iría con esta nueva experiencia. Bajamos los kayaks y caminamos los 150 mts. de playa que nos separaba del mar, como medida de seguridad atamos los remos con el cabo de proa para no perder este en las movidas aguas, también observábamos las olas como rompían con fuerza ya que el mar estaba un poco agitado.
Llego mi hora, me puse el chaleco, el cubrecokpit, acerque el kayak a la orilla y con todas mis fuerzas empecé a remar enfrentando la espuma que generaban las olas al romper, así pase las primeras secuencias de olas y algunas de ellas las atravesaba a punto de romper quedando la mitad de mi largo Cruz Diablo en el aire y cayendo con una fuerza terrible contra el agua, la emoción y la adrenalina me fluían por todos lados. Enseguida lo vi entrar a Esteban sin ningún problema y los dos empezamos a jugar con las inquietas olas y a comentar lo excelente que era estar remando en el mar. Pero muy poco dure sin darme vuelta ya que cuando intentaba girar para salir a la playa una ola de través me hizo volcar.
Como todavía no aprendí a rolar, comencé a nadar hacia la playa sujetado del kayak que en pocos segundos una rompiente me lo quito de las manos arrastrándolo con gran violencia hacia la orilla, mas tarde volcó Esteban y de esta forma entrábamos y salíamos desafiando la fuerza del mar. Estábamos felices, exaltados y agotados por la nueva experiencia vivida.
En los siguientes días le íbamos tomando la mano a la manera de entrar y de salir, para ingresar aprendimos que teníamos que esperar que las olas rompan y pasar remando por la espuma blanca que estas generaban y para salir al principio barrenábamos y nos terminábamos dando vuelta, luego íbamos acompañando la ola hasta llegar a la playa sin volcar. Las rompientes cuando las olas son grandes son bastantes complicadas y hay que tener sumo cuidado al entrar o al salir por que pegan sobre el cuerpo con mucha potencia generando vuelcos y golpes que no son nada agradables, el problema mayor lo teníamos cuando estábamos sobre la orilla donde el kayak se torna un potencial peligro, en una de las salidas una ola me dio vuelta y fui arrastrado con mucha fuerza quedando enganchada una de mis piernas dentro del cockpit la cual termino toda moretoneada, los dos terminamos con varios golpes.
Los más emocionante que vivimos fueron las barrenadas, cuando tomábamos bien la ola salíamos a gran velocidad apoyando la pala sobre la pared de agua que se formaba. Otras veces ellas nos agarraban a nosotros sin darnos tregua y nos hacían volcar. El problema que teníamos es que los kayaks que poseemos son de gran eslora haciéndolos ineficientes en el mar, para ello existen otro tipo de bote de menor eslora y casco mas ancho siendo los mas aptos para esta destreza denominada kayaksurf.
Ingresamos al mar casi todos los días, menos uno donde el viento y las olas hacían imposible navegar en el. Una de las mañanas que amaneció con puro sol salí a remar en solitario hasta la vecina ciudad de Pinamar distante a 5 kms de donde nosotros parábamos, navegaba entre altas ondas y sobre un mar de color verde-azulado, la ida fue con corriente a favor y a la vuelta tuve que palear con mas fuerza debido a la corriente en contra que tenia, iba a unos 100 mts. alejado de la costa observando las playas y a la gente que parecían pequeñas hormigas.
Estuvimos una semana en Valeria del Mar disfrutando de sus playas, su naturaleza y aprendiendo a respetar a ese enorme e infinito mar, el cual nos brindo una enorme satisfacción navegarlo en nuestros pequeños pero fuertes kayaks.




Lucas Sosa

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