martes, 31 de marzo de 2009

FIN DE AÑO Y AÑO NUEVO A PURO REMO

La banda kayakera se junto una vez mas para despedir el 2007, y que mejor manera de hacerlo que remando y disfrutando de un día a puro rio y sol. El punto de encuentro fue en el recreo el Toro sobre las márgenes del rio Capitán. El grupo de amigos éramos Alfred, Hernán, Gaby, Moni, Laura Nicastro, Vane, Dani y su esposa Laura, mi amigo el loco Leandro, Eloy amigo de travesía, Juan, Iron, Guiyo, Eduardo, Marcos, Rafa y Gisela.
Como de costumbre el almuerzo fueron unas exquisitas hamburguesas y algunos chorizitos, el parrillero Daniel, que grande amigo salieron deliciosas. Todo esto acompañada con cervezas y gaseosas. La mesa estuvo compartida por mucha charla, chistes y anécdotas de las travesías que tuvimos el gusto de compartir con varios de los chicos del grupo, no parábamos de reírnos.
Luego de almorzar, nos dirigimos hacia la playita, la tarde estaba muy calurosa y enseguida nos tiramos al agua para refrescarnos y jugar un rato como chicos . Después del chapuzón comenzamos con la ronda de mates, galletitas, bombones de enamorado y un budincito que había traído Laura. Entre mate y mate llego la hora del brindis, levantamos las copas y brindamos para despedir un formidable 2007 y esperar por un prospero año 2008, repleto de trabajo, salud y futuras travesías, SALUD!!!
Pero para Eloy y para mi los festejos no terminaban allí, después de despedir a nuestros amigos, nos subimos a los kayaks y pusimos rumbo hacia la Isla Martin García donde pasaríamos los últimos dos días del año y celebraríamos el nuevo año de manera totalmente diferente.
A las cinco de la tarde, con el sol todavía bien alto empezamos a remontar el rio Capitan, con gusto podíamos observar como la gente disfrutaba del agua fresca que seguramente aliviaba tanto calor.
Después de una hora de remada cruzamos el Paraná de las Palmas, hacia rato que no navegaba por el y me dio mucha satisfacción surcar sobre sus caudalosas aguas. Echo el cruce ingresamos al rio capitancito, seguimos por el aguaje del Durazno y a las ocho en punto de la noche remontamos el interminable arroyo Chana. Con la oscuridad presente remamos bajo un manto de incontables estrellas que junto a las luciérnagas que allí brillaban nos iluminaron el camino.
A las nueve cuarenta desembocamos en el Paraná Mini, nos dirigimos hacia Toledo pero al no haber nadie y no tener respuesta a nuestros llamados decidimos parar en el ya conocido Club Motonáutico. Luego de un refrescante baño y de cenar hamburguesas que nos habían sobrado del mediodía nos fuimos a dormir.
El domingo amaneció con el sol resplandeciente, el cielo despejado anunciaba que tendríamos una jornada con mucho calor.
Tranquilamente desayunamos y a las nueve y media de la mañana comenzamos a bajar las aguas del Mini. A esa hora el sol ya pegaba duro, esto nos obligaba a mojarnos constantemente y a hidratarnos todo el tiempo. Luego de una hora de remada llegamos al Rio de la Plata viramos a babor y comenzamos a remontar los Pozos del Barca.

Remamos un buen trecho sobre una zona de bancos donde navegar se complicaba bastante debido a la escasez de agua. A medida que avanzábamos encontramos un poco mas de profundidad y comenzamos a cruzar hacia la inmensa isla Oyarbide. Soplaba una leve brisa del noreste que daba tregua a tanta temperatura que veníamos bancando.
Al mediodía alcanzamos el canal Lancha Petrel, ingresamos por el y salimos al Canal Buenos Aires. Allí antes de cruzar bajamos en la orilla de la Oyarbide y nos dimos un buen chapuzón para mitigar los sofocantes 30 grados que nos acompañaban en esta remada.
Embarcamos nuevamente a los frankys y empezamos con el cruce del canal Buenos Aires que debido, a que el viento había dejado de soplar, era lo más parecido a una pileta de natación. A las 13:30 hs de la tarde y luego de cuatro horas de remada arribamos a la Isla Martin García.
Enseguida llevamos los kayaks hasta la callecita principal donde merodeaban algunos turistas que visitaban la isla y miraban con curiosidad a los recién llegados. Agobiados y con hambre nos dirigimos hacia el pequeño kiosco para almorzar y beber algo , pero como ya era la hora de la siesta este se hallaba cerrado. Finalmente ingresamos a la hostería donde pudimos disfrutar de dos sándwiches de salame y queso con gaseosa fría y un agradable ambiente fresco que invitaba a quedarse en el.
Luego de comer nos dirigimos hacia los kayaks, nos tiramos un rato con intenciones de dormir la siesta, pero el insoportable calor y el escandaloso ruido de las cotorras lo tornaban imposible.
No nos quedo otra opción que levantarnos para preparar los bártulos y llevarlos hasta el camping, por suerte antes de llevar todo a mano, nos dimos una vuelta por el comedor Solís donde sus dueños José y Marita nos recibieron muy cordialmente y nos felicitaron una carretilla para trasladar todo. Una vez instalados y armado el campamento llego el tan esperado momento, nos zambullimos de cabeza en la pileta que existe en el parque del Comedor Solis y que tan amablemente nos habían dejado usar. Un merecedor premio para dos kayakistas que tanto se habían esforzado para llegar a la isla.
Estuvimos como dos horas en el agua disfrutando y charlando de todo un poco por supuesto que el tema más hablado fue sobre kayakismo
Salimos de la pile y nos sentamos a tomar algo fresco y nuevamente nos comimos unos ricos sándwiches de salame y queso, tanta pesadez no habría el apetito para nada. Era maravilloso poder ver tantas aves que volaban y aterrizaban en busca de restos de comida, se notaba que era verano, la última vez que habíamos visitado la isla había sido en otoño.
Otro de los habitantes que viven en este lugar y que había en abundancia, son mariposas de todo tipo y color, pero la que mas llamaba la atención es una mariposa denominada 88, llamada asi por que en cada una de sus alas posee el numero 88. Solo se la puede encontrar en el Parque Nacional Iguazú y en la Isla Martin García ya que en esta se encuentra el último coletazo de la selva misionera.
Bien entrada la tarde nos dirigimos hacia el muelle, no se podía creer ver el canal Buenos Aires con tanta quietud, era un espejo de agua. Aquí compartimos charla y mates con dos chicas que habían llegado desde Bueno Aires en avión y nos contaron que era la primera vez que visitaban la isla. Junto a ellas observamos como el anaranjado sol, con lentitud, se fue ocultando en el horizonte.
Cayó la noche pero la temperatura seguía siendo la misma, no corría una gota de aire. En el camping encendí fuego para cocinar chorizos y también me termine cocinando yo, Eloy fue mas practico comió fideos que hirvió en cuestión de minutos. Como en toda travesía el cansancio se hizo presente y nos fuimos a dormir.
El 31 de diciembre, ultimo día del año, me levante como a las diez de la mañana, una hora mas tarde lo hizo Eloy y desayunamos junto al trinar de los pájaros. Como ya conocíamos la isla y el calor no permitía hacer nada, nos limitamos a movernos solo por los alrededores. Luego de desayunar nos fuimos hasta el muelle y nos encontramos a José que, venia en gomon,desde el rio Barquita trayendo a sus hijas Al único sitio que quisimos llegar y sin éxito fue al arenal, caminamos un tramo por la pista, fue como caminar adentro de un horno, pero no pudimos acceder a el ya que la selva se cierra abruptamente.
Sin hallar el bendito médano, pegamos la vuelta hacia el camping y otra vez nos acercamos a la refrescante y salvadora pileta, ahí nos quedamos un buen rato tratando de mitigar la alta temperatura que hacia. Llego la hora de almorzar y nos deleitamos con unos sabrosísimos vacipan, estaban buenísimos. Luego de dormir una horita la siesta, subimos a los kayaks para realizar la circunnavegación de la isla pero al llegar a la renombrada isla uruguaya Timoteo Dominguez cambiamos automáticamente de idea. Cuando nos acercamos a su espectacular playa de limpias arenas, divisamos un kayak blanco, era Nolberto, kayakista solitario, que allí se había instalado. Enseguida bajamos y lo saludamos cordialmente, no podía creer que nosotros estuviéramos ahí.
Con Eloy no parábamos de admirar la belleza de la pequeña isla, era un paraíso en medio del Rio de la Plata, arena por doquier, aguas límpidas, varios pinos y arboles que brindan abundante sombra para instalar un campamento. Pero por sobre todas las cosas y lo mas importante la paz absoluta.
Había escuchado de boca de muchos kayakistas conocidos, que el lugar era increíble, pero tuve que verlo con mis propios ojos para creerlo. Aquí pasamos toda la tarde, charlando, mateando, disfrutando del rio y también haciendo un poco de clínica de rol. Eloy se encargo de darle un par de clases a Nolberto. Pasaron las horas y no nos queríamos ir, después de otra ronda de mates y de otro alucinante crepúsculo, nos despedimos de Nolber y retornamos hacia Martin García. Eran las 9 y media de la noche día y nosotros, a dos horas y media del fin del 2007 estábamos remando sobre un Rio de la Plata que era un espejo, tanta era su quietud que observando el horizonte parecía ser que remábamos hacia el limbo.
En media hora arribamos a la isla, nos pegamos un baño y fuimos hacia el comedor Solís a cenar y despedir el año. Nos deleitamos con unos exquisitos sorrentinos y de postre ensalada de fruta. Llego la hora de brindar, levantamos las copas y FELIZ AÑO 2008 para todos. Un abrazo con Eloy, saludos con la gente de la isla y un par de cañitas voladoras salieron despedidas hacia las alturas.
Terminados los saludos disparamos para el muelle, no queríamos perdernos el espectáculo de fuegos artificiales de la ciudad de Buenos Aires. Era asombroso y emocionante observar como el cielo se iluminaba, parecían relámpagos de tormenta. En ese momento pasaron mil cosas por mi cabeza.
A las dos de la madrugada a descansar, al siguiente día nos esperaba el largo regreso a Tigre.
Primero de enero de 2008, primer día del año, nos despertamos a las siete de la mañana, que pachorra y eso que no habíamos tomado nada. Luego de un exquisito capuchino instantáneo acompañado con galletas dulces levantamos campamento. En dos viajes llevamos todo el bartulaje hasta la costa, estibamos los kayaks, presentamos derrotero en prefectura y a las nueve y media de la mañana comenzamos a remar.
Sobre el Rio de la Plata soplaba viento leve del sector noreste, el cual provocaba una suave marejada que hacia llevadera la remada. Cruzamos el Canal Buenos Aires, pero en vez de remontarlo lo bajamos pasando por la punta sur de la isla Oyarbide y así ahorrarnos un par de kilómetros. Avanzábamos sobre una zona de juncales e islas en formación, donde pude disfrutar del sonido del viento, del agua y de los cisnes de cuello negro que gritaban al notar mi cercana presencia.
Ibamos bien hasta que el viento aumento su intensidad y paso del sector noreste al sudoeste. El oleaje se incremento y las olas empezaron a romper sobre la proa. Las islas que veíamos sobre el horizonte quedaron tapadas de polvo y apenas las divisábamos. Cuando vi que las nubes habían tomado forma de cigarro, le dije a Eloy me parece que es un pampero. Sin dudarlo remamos con fuerza hasta la costa, y nos refugiamos en una isla en las cercanías de Punta Moran. Menos mal que este pamperito no paso a mayores ya que nos encontrábamos a un par de kilómetros de tierra y no hubiera sido nada agradable volcar en esa situación.
Nos quedamos allí casi una hora aprovechando para descansar y dormir. Estábamos solos, en medio de la naturaleza, escuchando el rugido y mecer de los arboles que eran castigados por el fuerte viento.
Pasaron alrededor de 40 minutos y decidimos salir a remar otra vez. El incesante viento ya era del sudeste y parecía no aflojar. Mi idea era ir directamente hacia la isla Zarate para acortar camino, pero Eloy de buena manera me hizo entender que remar por el medio del Rio de la Plata con viento en contra no tenia sentido. Además de correr riesgo de vuelco era un desgaste físico inútil, finalmente desistí (cabeza dura la mía).
Así dejamos por estribor Punta Moran e ingresamos a los Bajos del Temor. Las olas golpeaban de babor y nos arrojaban hacia el juncal, aquí puedo destacar las excelentes virtudes de navegabilidad que posee el Franki en condiciones de oleaje. Su popa con forma de quilla hace que la embarcación mantenga el rumbo constantemente y evita que los que remamos sin timón estemos corrigiendo la embarcación todo el tiempo.
Pasamos la desembocadura del Diablo hasta que llegamos a la ruta de los palos y nos adentramos al Canal del Sueco. Desde lejos veíamos los corderitos que se formaban en el Paraná de las Palmas, dijimos los dos parece que va estar movidito.
Llegamos a este y las olas era bastante grandecitas pero controlables, el viento castigaba con todo, parecía a propósito, cada vez que volvemos de algún lugar lejano a este le gusta aparecer para complicarnos la vida.
Para cruzar, primero dimos paso a una enorme embarcación que venia por el canal, lo ancho del rio y el oleaje que había no nos hubiera dado tiempo de ganarle. Cuando pasa veo en su popa el nombre, se llamaba Estrella del Plata, todo una celebridad.

Finalmente cruzamos, ingresamos al arroyo Hambrientos, salimos al Canal Honda y a las tres de la tarde arribamos al Fondeadero para almorzar y descansar un poco. Como de costumbre llegaron los molestos Jet Sky para irrumpir la paz del lugar. Además de insoportables cada vez que cargan sus naves derraman combustibles y aceite sobre la playa. Una cagada.
Ya faltaba poco para llegar a destino así que las cuatro de la tarde bajamos por el pintoresco arroyo Arroyón, donde nos refugiamos del viento y remamos bajo un adorable sol veraniego.
Continuamos por el arroyo Dorado, luego tomamos el rio San Antonio e ingresamos al rio Sarmiento el cual estaba transitado por una gran cantidad de lanchas colectivas. Nuestra destino final fue el recreo Parque Lyfe, aquí bajamos entre una multitud de personas que disfrutaban del sol y de la playa. Al ser feriado nuestro Club Hispano cerro sus puertas obligándonos a dejar los kayaks en el parque y terminar la travesía en lancha colectiva. Que raro que nos sentíamos retornando a Tigre en lancha, entre un montón de gente, como unos mas de ellos, que ni siquiera imaginaban lo que habíamos vivido durante este fin de año, sin dudas un fin de año distinto y especial.

Lucas Sosa

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