miércoles, 25 de marzo de 2009

LA SEGUNDA SECCION











Cruzando el sigiloso y ancho río Paraná de las Palmas ingresamos a la segunda sección del delta , aquí se halla la Reserva de Biosfera área que se encuentra protegida para poder conservar su patrimonio natural y su biodiversidad de flora y fauna. Es totalmente diferente a la primera sección que es mas habitada y modificada por la mano del hombre, hallaremos en ella una importante variedad de aves entre las que podemos avistar mirlos, hornero, benteveo, garza, garza mora, bigua, lechuza, carancho y otras especies más.
Con respecto a los mamíferos que viven por este lugar se destacan el carpincho de hábitat nocturno, nutrias, lobitos de río, gato montes y el asustadizo y perseguido ciervo de los pantanos.
Su flora esta compuesta por numerosas especies de árboles el ceibo (flor nacional), Jacaranda, sauce llorón, ciprés, y también árboles frutales como el naranjo, pomelo, mandarina, limón y el pecan que da como fruto una especie de nuez de riquísimo sabor. Plantas y flores la pintan de color, rosas, corona de novia, jazmines, azaleas, espadañas, cortaderas y no podemos olvidar las especies subacuaticas las que predominan son el juncal, camalotes, colas de zorro, etc. Pasar un par de días en este paraíso transmite paz interior y renueva el espíritu de manera formidable, por todas estas razones elegimos la reserva para realizar nuestra travesía.
Llegamos al Club Hispano el sábado a las nueve y media de la mañana el día soleado y con una temperatura anunciaba un fin de semana óptimo para la navegación. Sobre la rampa había un agitado movimiento de gente que se estaba preparando para la salida al arroyo Pirañas, organizada por Patricio Redman excelente instructor y experimentado palista que cuenta con su propia escuela de remo llamada Delta en Kayak.
Varios kayaks triples y dobles estaban siendo acomodados por sus tripulantes y a medida que estaban listos se iban arrojando al agua. En el grupo se veían remeros primerizos muy ansiosos y emocionados por ser esta su primera remada y también estaban los remeros de siempre Alfredo, Mónica, Jaime y otros. Retiramos los kayaks del galpón y comenzamos con la estiba teníamos un montón de equipo que parecía para una semana pero era el necesario para la acampada, los botes quedaron bastante pesados y se hacia difícil arrastrarlos.

Desembarcamos a las diez y media tomamos los canales Gambados y Rompani, arroyo Abra Vieja, Rió Sarmiento y entramos al Rió Capitán el cual navegamos con suma tranquilidad hasta llegar al parador El Toro, llamado así por un gran toro blanco de adorno que hay en la entrada, donde hicimos la primera parada de descanso, permanecimos aquí media hora estiramos las piernas y comimos un par de frutas y barras de cereales para recobrar energías. Partimos de este lugar al mediodía y apuntamos al arroyo Toro por su margen izquierda se encuentran los vestigios de una enorme y deshabitada casa de principios de siglo pasado. Detuvimos la marcha y con Esteban bajamos a ver si podíamos hallar algún objeto de valor, los cuartos estaban muy deteriorados por el paso de los años, caminábamos con cautela por estar sus pisos en declive temiendo dar un mal paso y que todo se viniera abajo.
Encontré un par de platos, una frutera de cerámica, un antiquísimo farol de aceite, botellas, pero solo conserve los platos, también había un largo sillón, una silla de madera en perfecto estado y un libro en francés.
Aun se conservaban las cortinas y algunos antiguos muebles, todo este panorama y la soledad de sus salas daban un aspecto fantasmal. Continuamos el recorrido e ingresamos en el arroyo Antequera donde por su orilla izquierda posaba una enorme garza, Juan no perdió la oportunidad y capto con su cámara a la elegante ave, seguimos remando por el angosto arroyo hasta llegar a su desembocadura en el majestuoso rió Paraná de las Palmas. Su enormidad es imponente y solo se lo puede atravesar si sus aguas están calmas, esta vez nos dio permiso y emprendimos el cruce nuestro punto de referencia en la otra costa fue el pontón de recalada pusimos proa hacia este y comenzamos a remar, la fuerte correntada nos hacia derivar y costaba mucho enderezar los kayaks, dejamos por babor las boyas del canal de navegación y después del agotador esfuerzo alcanzamos la boca del río Paycarabi.
Al fin llegamos a la segunda sección el panorama era otro y la tranquilidad también. Llevábamos remando cuatro horas y el hambre y el cansancio ya se hacían sentir, empezamos a navegar el Paycarabi como no conocíamos bien la zona consultamos a la gente que habita sobre este. Necesitábamos encontrar una proveeduría para comprar la comida de la noche, preguntando nos dijeron que había una a pocos kilómetros. Resolvimos antes de llegar al almacén realizar una parada de descanso, bajamos en un terreno donde se levantaba una enorme y vieja vivienda de dos pisos, Juan descendió mas adelante, sobre la nueva casa el lugar se llamaba La Fortunita que me Gaste, aunque no parecía haber gastado una fortuna, la casita era muy sencilla.

Dejamos los kayaks apoyados sobre una playa de barro, lo que consideramos un grave error por que al pasar la lancha colectiva genero un fuerte oleaje que hizo sacudir y golpear las embarcaciones.
Tuvimos que subir los botes lo que demando una complicada maniobra, después de tantos malabares llego nuestro merecido almuerzo y rato de ocio, comimos, sacamos fotos y le dimos de comer a un inquieto amiguito perruno que se nos acerco para ver si ligaba algo de las suculentas viandas.
Continuamos viaje y tomamos el arroyo Estudiantes a unos diez minutos de remada dimos con el muy buscado almacén, descendimos sobre la playa de una hermosa casa y pedimos permiso a su dueño para pasar por su propiedad y llegar a la despensa. Era muy bonita en la entrada había canastitas con brillosas manzanas, morrones, naranjas y limones, estaba bien provista y su dueño muy atento y agradable nos contó que hacia un año que vivía allí y que era oriundo de San Fernando. Le consultamos en donde podíamos pasar la noche y nos dijo que por el arroyo Felicaria encontraríamos el camping municipal, acabamos con la compra y nos despedimos de el.
Volviendo a los kayaks vimos una larga y angosta vía la cual es utilizada para acarrear los pesados troncos que son cortados y luego embarcados para su venta. Navegamos unos quinientos metros por el Felicaria y arribamos al Centro Cultural San Fernando, el desembarco fue complicado ya que no contábamos con playa, la única alternativa de subir los botes era por la escalera del muelle juntamos las pocas fuerzas que nos quedaban y logramos el objetivo.
El camping era un hermoso parque que contaba con parrillas, baños, quincho, bungalos y sectores para hacer fogatas. Levantamos campamento con las últimas luces del día, aun era temprano y empezamos con la cena que consistió de una variada picada, salamin, mortadela, un exquisito queso, tarta y la acompañamos con una calentita sopa de verduras. Ya con la panza llena y felices por la jornada de remo que habíamos concluido durante el día, decidimos encender una fogata y nos sentamos al lado de ella contemplando su confortable resplandor.
La noche era bellísima, el cielo totalmente estrellado y para completar el cuadro salio la luna llena dando su maravillosa claridad en un lugar donde las luces son escasas. Con mis compañeros fuimos al muelle y descorchamos un vinito para celebrar el excelente momento que estábamos compartiendo y dadas las circunstancias con Juan nos fumamos un puchito.
Luego de un rato de charla decidimos ir a dormir, el sueño nos cerraba los ojos, Juancito fue el primero en irse a apolillar pero con Esteban cambiamos de planes y aprovechamos la luz de la luna para salir a navegar.

Remar de noche es la sensación mas placentera que uno puede vivir, solo se escucha el ruido de las palas entrando y saliendo del agua, los sonidos de los animales nocturnos y el ladrido de los perros, los árboles se reflejan en el agua pareciendo existir otro mundo debajo del río. Recorrimos unos mil quinientos metros, pegamos la vuelta y finalmente si nos fuimos a descansar.
Esta vez al ser mas precavidos y llevarnos abrigadas frazadas logramos dormir como Dios manda. A las seis y media de la mañana me desperté con la alarma del celular la cual olvide desconectar , el amanecer estaba acompañado de un sin fin de cantos de aves que generaban una agradable melodía para empezar con armonía este nuevo día. Entre mate y mate planificabamos el derrotero que haríamos durante este hermoso domingo, la idea era ir hasta los Bajos del Temor por el Aguaje del Durazno, comenzamos a guardar la cantidad de cosas que teníamos arriba de la mesa, mientras esperaba que Juan estive sus milquinientos bártulos (es el mas equipado), me dedique a recolectar pecanes que estaban diseminados por el piso, termine llenando una bolsa hasta la mitad.
Casi listos para la partida nos despedimos de los caseros del lugar dejándole unos pesitos por el favor de habernos dejado pasar la noche allí, las primeras paladas las dimos por el apacible arroyo Felicaria que cuenta con muchas casitas de fin de semana y por su margen derecha se sitúa la hostería Los Pecanes donde consultamos que río debíamos tomar para salir a los Bajos del Temor. Seguimos navegando hasta que sin darnos cuenta cruzamos el Aguaje del Durazno, aquí se abría un pequeño brazo hacia la derecha e ingresamos por el, era muy agreste se observaba una exuberante vegetación procuramos ir bien pegados a la costa para ver si lográbamos dar con algún animal de los que habitan en este lugar. Por babor se levantaban casitas isleñas muy humildes, los niños que jugaban en sus puertas nos saludaban con alegría y nosotros retribuíamos los saludos con bondad.
Metros mas adelante otra bifurcación y nueva consulta, la zona es complicada por el laberinto de arroyos que la componen, haciendo perder el rumbo con facilidad al que poco conoce del lugar. Continuamos remando y equivocadamente desembocamos en el río Paraná a la altura del río Capitán, casi era el mediodía y nos lamentamos no haber llegado a los Bajos, dijimos que los dejaríamos para otra ocasión.

Seguimos el periplo por la vera izquierda de dicho río, soplaba un fuerte viento norte que sacudía los remos violentamente, así llegamos hasta una blanca playa de arena donde descendimos era propiedad privada pero sus dueños se encontraban ausentes , contaba con parque, arboleda, casa con vidrios panorámicos y escollera de piedras, aprovechamos la oportunidad para tomar fotografías.
Teníamos ganas de quedarnos pero nos esperaba el esforzado cruce, pusimos proa hacia el Canal Honda en la mitad del río sobre el canal de navegación fluvial las olas comenzaban a crecer, el viento era muy violento, me coloque perpendicular a las olas y cada vez que me elevaba sobre ellas me sentía en el aire, le dije a los muchachos que las barrenen para mantener el rumbo y alcanzar mas rápido la orilla. Iba muy entretenido barrenando las encrespadas y espumosas olas cuando de repente escucho a Juan que me llama repetidamente, me doy vuelta y veo a Esteban flotando en el río, el embravecido e imperdonable Paraná de las Palmas no le dio tregua e inevitablemente lo hizo volcar, fue su bautismo de agua.
En el primer intento de reingreso al kayak volcó nuevamente rebalsando de agua el cockpit, urgentemente empezamos con las maniobras de rescate metimos el kayak inundado entre el medio de mi bote y el de Juan y cruzamos las palas formando una balsa. Esteban se metió al bote y con el balde achicador que llevo para casos de emergencia comenzó con la ardua tarea de vaciado, cada medio litro que arrojaba afuera entraban dos de las olas que venían y amenazaban con hacernos volcar a los tres.
En un instante el remo cayó al agua y la corriente se lo llevaba como un camalote a la deriva, tuve que ir en su búsqueda la marejada estaba furiosa y temía darme vuelta complicando aun más la situación. Tome la pala y me acerque cautelosamente a mis amigos para alcanzárselas, el esquimotaje resulto un éxito y nos pusimos sumamente contentos por haber zafado sin problemas mayores de la grave situación.
Luego de tanta pericia alcanzamos el Honda hasta llegar al Fondeadero, bajamos exaltados por el momento vivido y junto a Juan abrazamos a Esteban por haber tenido una experiencia inolvidable. El parador se encontraba repleto de gente que venían con sus lanchas y cruceros a almorzar y a pasar la tarde que era espectacular, pedimos el almuerzo, Juan y yo nos deleitamos con unos sabrosísimos ñoquis y Esteban con una buena porción de vacío.


Mientras comíamos un pequeño espectáculo capto la atención de los comensales, a un crucero se le corto el cabo de amarre y la fuerte corriente lo llevaba a la deriva haciendo temer que colisionara con otras embarcaciones, pero de inmediato la lancha de desembarco alcanzo a su dueño hasta el crucero y lograron controlarlo, por suerte no fue mas que un susto.
Quedamos re satisfechos y para esperar que baje la comida nos tiramos sobre la playita, zarpamos a la tres de la tarde navegando a buena velocidad por el Canal Honda y el río Unión, cuando ingresamos al canal Borazo me encontré con dos amigazos Dani y Liz que estaban en la futura casa de una pareja amiga, en el muelle se veía amarrada la lancha modelo Bermuda Caribean color verde perteneciente a mis amigos los cuales salen a pasear en ella los fines de semana. Seguimos por el arroyo Dorado, que se encontraba colmado de barcos fondeados se observaba a sus dueños haciendo asaditos y tomando sol sobre las cubiertas, de paso baje unos instantes en la casa de mi amiga Betina para saludarla diciéndole que otro día me quedaba un rato mas.
La tarde era excepcional el sol brillaba con fuerza y su fuerte resplandor tostaba la piel, el río San Antonio era transitado por un sin numero de embarcaciones y sus aguas inquietas nos sacudían como barquitos de papel. Ingresando al Sarmiento se acercaba una lancha colectiva que Juan dejo por babor, pero a mi y Esteban nos encerró por su banda de estribor cuando maniobraba contra el muelle para descender a sus pasajeros, desde el interior sus ocupantes miraban con asombro como dominábamos la situación .
Las ultimas paladas y con gran esfuerzo debido al poco nivel de agua que había las dimos por el río Sarmiento, arroyo Abra Vieja y los canales Rompan y Gambados que apenas eran un hilito de agua.
Arribamos a Tigre a las cinco y media de la tarde, llevándonos excelentes recuerdos de los momentos y vivencias que compartimos en estos dos dias de emocionante travesía.



Lucas Sosa

No hay comentarios:

Publicar un comentario