miércoles, 25 de marzo de 2009

Hacia el Parana Mini
















Planeamos el viaje con un mes de antelación seguramente en alguna mateada de por medio en la travesía anterior, el destino que elegimos fue el río Paraná Mini una de las tres divisiones del Alto Paraná (Pariente del Mar en el antiguo idioma Guaraní), este desemboca en el Río de la Plata a la altura de la Isla Oyarbide, los otros ríos son el Paraná de las Palmas que finaliza su recorrido en el Canal de navegación Mitre y el Paraná Guazú que es el mas ancho y caudaloso en su desembocadura confluencia con el río Uruguay.
Este periplo nos demandaría tres días y aprovechamos el fin de semana largo para concretarlo, como de costumbre nos juntamos muy temprano el día estaba lluvioso y amenazaba con no dejarnos salir pero había escuchado el pronóstico y para la tarde el tiempo mejoraría. Para matar el rato y esperar que la lluvia pare nos fuimos a desayunar al bar de la Estación Fluvial Internacional de Cacciola, había mucha gente que esperaba embarcar pero las malas condiciones metereologicas atraso las salidas, luego de tomarnos unos cafés con leche con medialunas y de comentar que haríamos durante el día partimos para el club. Cargamos los botes dentro del galpón ya que afuera la lluvia nos impedía hacerlo, allí nos cruzamos con Carlos un kayakista conocido que dijo que iba para la Isla Martín García y que a las tres de la tarde saldría el sol a pleno, por la tarde nos acordaríamos de el. Teníamos listos los kayaks eran las diez y media y el aguacero paro, bajamos hasta la rampa, el cielo se veía oscuro y un frente de tormenta que se aproximaba nos dio la pauta de que no podríamos navegar, decidimos partir igual, a los veinte minutos cuando llegamos al Abra Vieja empezó a soplar un fuerte viento, paramos unos instantes para ver que hacíamos y optamos por continuar.
Así salimos al río Capitán era casi mediodía y por el clima que reinaba no había transito de lanchas, remamos hasta parar en el recreo el Toro donde bajamos a almorzar, ahí estuvimos un buen rato, estudiamos la carta náutica y elegimos seguir por el río Capitán para salir al río Paraná. Nos esperaba una larga remada hasta el primer lugar donde pasaríamos la noche así que comenzamos a palear otra vez, lo hicimos durante una hora y media, antes de llegar al Paraná en la margen izquierda del Capitán se encuentra una enorme barcaza encallada y aledaña a ella un prolijo terreno ideal para una estiradita de piernas, aquí conocimos un nuevo personaje y amigo (Sergio mas conocido como el Flaco), el cual nos contó un poco de su historia y la de la vieja barcaza, dijo que la remolco allí con una subiente del río de 2,80 y que demando un duro trabajo ya que la nave no contaba con motores y tuvo que ser remolcada con otras embarcaciones, hizo de este sitio una especia de parador para pescadores y kayakistas y nos invito a quedarnos cuando lo necesitemos.
Resulto ser un tipo con muy buena onda, practico todo tipo de deportes en el agua surf, windsurf, kayak, etc, se notaba a la legua que lo llevaba en el alma, terminamos la charla y agradecimos la atención y nos despedimos hasta la próxima. A esta altura de la tarde apareció el sol y el día se puso esplendido, unos cien metros delante de este lindo lugar teníamos el Paraná de las Palmas, las condiciones para cruzarlo eran las ideales y lo logramos sin inconvenientes. Minutos mas tarde ingresamos al frondoso río Capitancito y ya entrábamos en contacto con la naturaleza a pleno, en el aire se respiraba un exquisito perfume a flores que sin dudas crecen en abundancia, la primavera es la mejor estación para navegar por este maravilloso e irreemplazable delta del Paraná.
Nos detuvimos a descansar sobre la orilla del río donde pudimos observar una pequeña cascada, su caída y el sonido que generaba era tranquilizador, estas sirven como desagüe natural cuando las islas son inundadas por las subientes, en el aire volaban miles de diminutas plumitas que son despedidas por los árboles del lugar. Disfrutando de esta sabia naturaleza remamos hasta el arroyo Felicaria pero antes de seguir nos aprovisionamos en el almacén de Don Pedro situada sobre el arroyo Estudiantes, ya provistos arribamos al camping municipal de San Fernando donde hablamos con Rubén (cuidador del parador) y nos permitió pasar, el ya nos conocía de antes así que no tuvimos problemas. En este deseado arribo finalizamos la jornada de remo del día eran las seis y media de la tarde.
Armamos el campamento entre una espectacular plantación de limones y naranjas eran enormes y se las veía tentadoras, como teníamos todo listo fuimos para el sector de mesas, ahí dimos con un grupo de chicos y chicas que venían a pasar el fin de semana, tocaban la guitarra, bailaban y se divertían a lo loco, intercambiamos palabras con el coordinador y contó que venían de Escobar y que se quedarían allí hasta el domingo a ultima hora, nosotros le contamos de la travesía que estábamos realizando.
Mientras Esteban encendía el fuego para cocinar la cena Juan descorcho un vinito tinto para celebrar el excelente momento que estábamos pasando, enseguida nomás tiramos unos patys en la parrilla y también tostamos los pancitos, salieron espectaculares y los devoramos en un instante. Después de la comilona me llego el turno de soplar la vela jajaja (che no se piensen mal), el día anterior había cumplido 25 añitos y mis dos queridos amigos me cantaron el feliz cumpleaños, ya con la panza llena arme la caña y fuimos para el muelle a pescar, no pasaba nada hasta que empezaron los piques y capture una pequeña boga, fue la primera pieza de nuestras travesías, luego pesque otras mas grandecita y por supuesto la devolví al agua, en un toque me pego el sueño y me fui dormir.
Un nuevo y bellísimo amanecer en un lugar único en el mundo, cantidad interminable de sonidos y aromas acompañaban esta mañana, compartí el desayuno con una chica del grupo de jóvenes que aquí se alojaba, encendí la hornalla de la cocina y pusimos a calentar agua para preparar los cafés, tuvimos una charla muy amena ella me contó que le faltaba poquito para recibirse de maestra de grado, dándome una enorme satisfacción saber que es una de esas miles de personas que quieren ver al país crecer a partir de una herramienta fundamental: la educación. Seguimos conversando sobre la vida en la Isla, de las escuelitas que hay en ella y de su gente que con lo poco que tiene dan todo, me pregunto sobre lo que hacíamos y le explique de que se trataba navegar en kayak, su suave y silencioso andar en el agua, enfrentar vientos y corrientes en contra y dominarlo en condiciones de oleaje, también de lo excelente que es la vida de campamento y camaradería y amistad. Fue muy grato desayunar con una persona sana de corazón y mente, mas tarde se asomo Esteban, el loco recién se levantaba, me despedí de la muchacha y nos fuimos a buscar a Juan, tomamos unos mates en la playita pegados al río mientras yo intentaba pescar algo.
Después de la mateada a levantar campamento tranquilamente empezamos con la estiba de los botes, como era domingo día de la Madre la señora de casa no paraba de hablar con todas las madres conocidas que tenía, a su esposo Rubén se lo veía encendiendo la leña para el horno de barro y como música a modo festivo chamame y folklore nacional. A todo esto se hicieron las once de la matina y nos lanzamos al agua, comenzamos a remar por el arroyo Felicaria que a medida que nos adentrábamos no paramos de asombrarnos por su increíble gama de colores. Es un arroyo apacible con pintorescas casitas que embellecen el lugar, por su margen izquierda esta emplazada la Capilla de Santa Teresita, el terreno para su construcción fue donado en el año 1930 por la familia Vaccareza y fue inaugurada el 28 de octubre de 1951, continuamos remando por el colorido Felicaria donde observamos la inmensa cantidad de bosques de álamos forestados que había sobre el, si no fuese por esta practica el Delta desaparecería en poco tiempo debido a la tala indiscriminada. Nos detuvimos un momento para tomar fotografías al lado de un alta pirámide de troncos cortados, tenia alrededor de diez metros de altura y estaban prolijamente apilados, un dato interesante para contar es que antiguamente todos estos troncos eran llevados por el río, los isleños formaban una jangada que era como una balsa gigante de troncos y esperaban las grandes crecidas y bajantes para trasladarlos de un lado al otro, otras de las curiosidades que vimos sobre los terrenos de las casas fueron antiguos tractores ingleses de ruedas de acero utilizados para el arado de la tierra, otra reliquia era una viejísima tanqueta de guerra que encontró en este paraje de vida y armonía el descanso eterno y la paz que no hallo durante sus años de servicios en esa violenta y larga segunda guerra del lejano viejo continente.
Ibamos remando, hablando y parando hasta que sin darnos cuenta desembocamos en el Paraná Mini, este río es un poco mas ancho que el río Lujan, su paisaje es indescriptible y la tranquilidad absoluta, tiene una leve corriente sobre la superficie pero la mas fuerte es subterránea ya que el veril es en forma de V haciendo correr con mas fuerza al agua, navegamos por él con un poco de viento en contra pero sin esforzarnos demasiado y disfrutando de este inhóspito lugar. Bajamos como 5 kms hasta que llegamos al Club Motonautico donde pasaríamos nuestra segunda noche, estábamos con un hambre bárbaro y lo primero que hicimos fue ir almorzar, deleitándonos con unos exquisitos añolotis caseros.
Este parador cuenta con completas instalaciones para el campamento, sector de carpas, habitaciones, salón comedor, baños, luz eléctrica y muelle para el amarre de embarcaciones. Como llegamos temprano nos sobraba el tiempo así que empezamos con la mateada y a probar suerte con la pesca, mientras disfrutábamos de la espectacular tarde que nos había tocado un fenómeno de la naturaleza capto nuestra atención, la corriente bajante y subiente se enfrentaron una con la otra produciendo un suave ondulaje sobre la espejadas y quietas aguas del Mini. Poco a poco cayo la noche y seguíamos al lado del río, conversábamos con un amigo pescador cuando de repente en la inmensa oscuridad aparecieron tres brillantes luces que a medida que se acercaban se dejaron descubrir, eran tres kayakistas, de inmediato fuimos a su encuentro y los recibimos estrechando sus manos. Charlamos un poco y contaron que habían salido de San Isidro a la mañana y que a mitad del derrotero, se habían quedado a pescar en la Laguna Escondida, les comente que había escuchado sobre este sitio y que un día de estos iría a conocerlo, se los veía muy agotados y los dejamos tranquilos para que pudieran descansar.
Llego la hora de la cena y fuimos para el salón comedor, desde allí llame a mi vieja para saludarla y desearle un feliz día de la madre, nos deleitamos con dos pizzas caseras que resultaron deliciosas y quedamos re pipones, hicimos una buena sobremesa con café de por medio, ya exhaustos por el largo día que vivimos nos fuimos a descansar. Amanecer en nuestro ultimo día de aventuras, me desperté tempranísimo como a las cinco y media de la mañana, cuando salí de la carpa un nuevo espectáculo de este lejano paraje me sorprendió, una densa niebla sobre el río lo cubría todo, este fenómeno ocurre por la diferencia de temperaturas que hay entre el agua que es mayor a la del aire que esta frío, a medida que fue apareciendo el sol esta se fue disipando permitiendo ver la Capilla Nuestra Señora del Rosario que se encuentra frente al Club Motonautico, el terreno para su edificación fue donado en el año 1905 por Antonio La Roca inaugurándose en 1908, en 1923 se realiza la primera procesión fluvial y se declara a la Virgen del Rosario patrona del Delta. Esa mañana desayunamos como duques Alberto dueño del Club nos agasajo con un sabroso café con leche acompañado de tostadas con manteca, dulce de leche y mermelada dándonos mucha energía para remar, el día presentaba condiciones optimas para navegar asi que fuimos preparando los kayaks para partir lo mas temprano posible ya que nos esperaba una vuelta de casi 40 km. Antes de salir nos encontramos con los nuevos amigos de San Isidro y charlamos sobre los modelos de kayaks, de cómo navegaban en el agua, de los lugares que remando habíamos conocido, luego intercambiamos e-mails para poder arreglar alguna travesía.
Teníamos todo listo para partir nos despedimos de los chicos y bajamos los botes al agua, a los pocos metros de remar viramos a estribor e ingresamos al arroyo Chaná ( Chanás eran los aborígenes que habitaban la zona), donde oficiales de prefectura nos tomaron datos por cualquier inconveniente que tengamos saber quienes éramos, este es un río muy bonito y tranquilo con bastantes casitas de fin de semana y cuenta con una hostería de varias cabañas. Sobre sus márgenes hay gran cantidad de quintas frutales naranjas, mandarinas y limones colorean el lugar, Juan no perdió la oportunidad y al ver que justo una familia estaba cosechando pidió algunas frutas, eran riquísimas y re jugosas. Bajamos con corriente a favor hasta llegar a la ruta de los palos en los Bajos del Temor, allí descendimos sobre una islita para estirar las piernas, su vegetación era muy tupida predominando sobre todo la cortadera, al ver que el viento que soplaba era sur y bastante fuerte tuvimos que regresar por el Aguaje del Durazno, el viento nos jugo una mala pasada y nos quedamos con las ganas de ir por los Bajos, solo fuimos hasta el palo 21 y pegamos la vuelta. Kilómetros mas adelante ingresamos al Capitancito hasta que salimos al Paraná de las Palmas, cruzamos este con viento de jeta y olas de proa apuntando las embarcaciones hacia el canal Honda, el cruce no genero ningún tipo de percances salvo una enorme ola que un crucero genero armando un cachengue bárbaro en el agua.
Así arribamos al Fondeadero donde nos encontramos con Darío, Carlos y otros remeros que volvían de Isla Martín García, se hallaban muy cansados tenían 40 km remados, aquí le pusimos el broche de oro a la travesía, almorzamos unos terribles platos de ñoquis y brindamos por el excelente viaje que habíamos concretado. Entre la sobremesa y un descansito en la playita se hicieron las cuatro y media de la tarde y emprendimos la vuelta, la remada fue movidita ya que a esta hora el Canal Honda y el Río Urion estaban colmados de lanchas y cruceros que regresaban a Tigre, teníamos olas de todo tipo y tamaño que pegaban por la banda de babor con bastante fuerza. Entre tanto despiole alcanzamos los ríos San Antonio y Sarmiento e ingresamos en el último tramo de la travesía arribando al Club a las siete de la tarde.
Estábamos exhaustos pero felices por haber compartido esta maravillosa aventura, disfrutando de la amistad que cada vez nos une más y apreciando esas pequeñas cosas que para nosotros son enormes.



Lucas Sosa

No hay comentarios:

Publicar un comentario